Esta foto de archivo tomada el 20 de octubre de 2017 muestra una vista general de edificios muy dañados en Raqa, después de que una fuerza liderada por kurdos expulsó a combatientes del grupo Estado Islámico de la ciudad de Siria, anteriormente su ‘capital’. Foto: AFP
Suzanne Anciaux, madre de la yihadista belga Cassandra Bodart, que se unió al grupo Estado Islámico (EI) hace seis años, implora su repatriación a Bélgica para que comience una nueva vida después de ser juzgada al no estar ‘radicalizada‘.
“Es el corazón de una madre angustiada el que os habla”, dice Anciaux, de 61 años, por teléfono desde la región belga de Sambreville.
Mientras, su hija, mujer de un yihadista francés de origen argelino que murió en agosto de 2017 en “un coche bomba” en la ciudad siria de Al Raqa, la que fue la capital de facto del EI en Siria, se encuentra hacinada en un campamento en Siria.
‘Una niña manipulada’
“Radicalizada? Encuentro que ella no ha sido radicalizada. No, ella siempre ha sido mi pequeña niña“, indica la progenitora, quien asevera que su hija fue “manipulada” por su tercer marido, llamado Abdelhamid Derguiani, y quien conoció a través de Facebook.
Cassandra, en ese momento con 18 años, le decía a su madre que era “el hombre de su vida”. Cuando partió a Siria, su madre no lo supo hasta dos meses después.
“No podía imaginarlo que ella se fuese allí. Ella estaba allí y no avisé a la Policía. No sabía qué hacer…”, afirma dubitativa.
En 2014, tras haber sido encerrada en una casa en Al Raqa, según contó Cassandra en una entrevista en el campamento de Roj, en el extremo noreste de Siria, donde se encuentra desde hace dos años, su madre decidió llamar a las autoridades.
“Ella no se ha ido para la guerra, es una niña frágil, manipulada…yo conozco a mi hija”, afirma desde su casa en Bélgica.
Era una niña como las demás de su edad, que salía de fiesta -relata- aunque a los 17 años Cassandra se convirtió al islam y pasó a tener tres maridos en un solo año por “matrimonio islámico“, siendo el último al que seguiría a la guerra santa.
Cassandra estuvo en Al Raqa hasta que su marido murió durante la batalla final contra la ciudad, que terminó en octubre de 2017. Hasta marzo de 2018 su madre no recibió ninguna noticia de ella.
“Sí, pensaba que estaba muerta”, remacha.
Un futuro incierto
Suzanne solo se puede comunicar con su hija a través de mensajes por mediación del Comité Internacional de Cruz Roja (CICR), que se encuentra presente en el campamento.
En uno de los últimos, al que ha tenido acceso Efe, Cassandra le dice que “confía en Cohen”, quien es su abogado en el caso en el que litiga contra Bélgica para conseguir que la repatríen y que sea juzgada en Bélgica.
Cassandra ha sido condenada en rebeldía en Bélgica a una pena de cinco años de prisión “por participación en actividades de un grupo terrorista“. Si regresa, será “encarcelada y juzgada de nuevo”, señaló su abogado, Nicolas Cohen.
“No tengo ni palabras ni más lágrimas”, reza el mensaje acabado con puntos suspensivos. ¡Hay un final para todo!”, apunta en un folio que está encabezado por ‘Family News Only‘ (Solo noticias de la familia) y firmado el 26 de febrero.
En la entrevista con Efe, Cassandra, que confiesa haber renegado del islam, cuenta que el principal motivo de haberse convertido es porque buscaba “una especie de familia”, que no tenía en su hogar.
Sin embargo, la madre dice que ella y la hermana de Cassandra sí supieron aceptarla, mientras que la otra parte de la familia “no supo darse cuenta”.
Se divorció de su marido en 2010, tres años antes de la transformación de su hija.
“Sé que ella va a ser juzgada, y la prisión, habrá que pasar por ahí. Yo sé que después ella va comenzar de nuevo su vida”, manifiesta.
Y afirma que su hija le repite: “Tengo ganas de volver, de vivir. Quiero vivir”.