Byron Rodríguez V. y María Carvajal A. EL COMERCIO
La roca fue presentada en la Casa de la Cultura y congregó a miles de personas. Todo Quito quería ver el pedazo lunar. Las filas eran interminables. Parecía que asistían a un circo que traía seres de fábula: cíclopes, sirenas, extraterrestres de ojos ígneos y piel verde… “Fue un suceso, los quiteños pugnaban por ver la roca”, recuerda el conocido fotógrafo Luis Mejía, autor de la imagen.
El rostro adusto del doctor José María Velasco Ibarra se transforma: se vuelve un niño curioso, tierno, cuando contempla la roca exhibida en Quito, en el ya lejano 1970. Con la mano en el mentón, el cinco veces ex Presidente mira la pequeña roca protegida por una esfera de cristal. Le acompañan su esposa, doña Corina Parral, de abrigo de piel y gafas oscuras, y un funcionario de la Embajada de Estados Unidos.
Mejía saca la foto de uno de los tantos álbumes que atesora como testimonio de su trayectoria de más de 45 años en la fotografía.
Es uno de los profesionales que ha captado más fotos de personajes, de hechos políticos (como los infaltables golpes de Estado), de calles, casas y avenidas de Quito. El tiempo: desde los años sesenta hasta los noventa.
Mejía dice que la noche del 21 de julio de 1969, cuando la audiencia quiteña pudo ver las imágenes de la hazaña de la misión espacial Apolo XI, la ciudad no durmió. La gente estaba pegada a los televisores Toshiba, la marca de moda, y a los radios Philips y Telefunken para no perderse los detalles del viaje lunar.
Según Mejía, el Canal 6, localizado en el Itchimbía, hizo la transmisión. No había color. El canal transmitió en blanco y negro. Como prueba saca una foto en la cual se ve al profesor Gustavo Herdoíza León, de terno negro y corbatín, presentando ‘La hora sabrosa’, un programa que seducía a las multitudes.
El fotógrafo camina por la sala de su confortable casa de San Carlos. Abre otro álbum y muestra otra imagen reveladora de 1969: un grupo de trabajadores construye el edificio del Municipio quiteño. El otro, colonial e histórico, fue derrocado. La foto es de la esquina de la Venezuela y Chile. Se leen unas marcas ya olvidadas: Chifa Chang, Joyería G. Bravo…
Mejía, pequeño, de grandes lentes, se arregla su pelo blanco y evoca que la noche de 1969 él captaba fotos para diario El Tiempo, localizado en la García Moreno y Rocafuerte. ¿Cómo era Quito en ese año? Pequeño, todo se hacía a pie, por eso capté tantas fotos, dice. No olvida el silencio de la pequeña urbe (terminaba en la Colón) el 21 de julio de 1969.
La Luna embrujó a Quito, una ciudad que aún no crecía por el petróleo. Los oficinistas bebían Mallorca flores de barril. La ciudad se divertía en los cines Hollywood, Alameda, en los bares Madrilón (donde se cocían los más calientes chismes políticos) y en el bar Quito. Los más pudientes asistían al hipódromo, ubicado en La Carolina, y a los bares de los hoteles Majestic y Humboldt.
Mejía se queda pensativo. Confiesa que el petróleo cambió al Quito conventual por el de neón.
Édgar Samaniego, rector de la Universidad Central, cree que los años han pasado volando. Ya cumplió 45 años de profesor en su universidad (dictaba Farmacología, su especialidad). Hace 40 años, en la noche lunar, vio el espectáculo con su esposa, Jenny Pontón. Vivían en una urbanización nueva frente al aeropuerto. Los caminos eran empedrados.
Fue un hecho inolvidable, dice. Quito, apacible, miró a la Luna plateada por el verano. El rector no olvida una de las pocas líneas de buses que operaban: Colón (en la periferia) Iñaquito.
Para ir a Cotocollao, parroquia distante en ese año, había que abordar otro autobús. La capital tenía 505 577 habitantes y el edificio de la Caja del Seguro, en
El Ejido, era el más alto.
Una transmisión al estilo de un partido de fútbol
“Dice que hay mucho polvo en la superficie de la Luna, las rocas están cubiertas de mucho polvo (…) Ahí vemos al astronauta caminando…”. Estas palabras con acento argentino seguían a las frases originales en inglés.
Dos audios, que juntos tienen una duración de 17 segundos y forman parte del archivo de Radio Quito, permiten retroceder por un momento en el tiempo. En una época en que todavía no llegaban a nuestro país las transmisiones televisivas vía satélite, la radio fue el medio más inmediato para estar al tanto de lo que
ocurría en la cápsula Eagle (Águila) al llegar a la Luna. Las emisoras locales se conectaron con cadenas regionales que tenían enviados o corresponsales en el Centro Espacial Kennedy. El actual director de noticias de HCJB, Edwin Chamorro, refiere que esa estación recibió una placa de reconocimiento de la cadena la Voz de América por la transmisión.
El canal 2, hoy Ecuavisa, que fue fundado en 1967, preparó para el 19 de julio de 1969 un programa especial con artistas y expertos sobre el tema de la exploración espacial. A falta de la tecnología que les permitiera transmitir en vivo -la cual llegó al país ya durante la dictadura militar- pasaron imágenes de las misiones espaciales anteriores.
Llegado el momento del alunizaje, establecieron contacto telefónico con su enviado a Florida, Alfonso Espinosa de los Monteros. El periodista cuenta que su trabajo consistió en relatar lo que veía a través de una pantalla gigante, donde funcionarios de la NASA y reporteros del orbe veían lo que estaba pasando en el espacio y escuchaban los reportes de los astronautas… Era casi como relatar un partido de fútbol, donde los oyentes captan las emociones del narrador…
Al día siguiente, la cinta con las imágenes fueron enviadas por avión para ser vistas en Guayaquil y en el resto del Ecuador. Pero aunque las imágenes de esta noticia no llegaron inmediatamente, en los hogares, iglesias y oficinas públicas difícilmente se hablaba de otra cosa. En la página 14 del 21 de julio de 1969 de EL COMERCIO se indica que alguien, con mucha ‘sal quiteña’, comentaba con gracia que “los rusos desviaron el cohete hacia Cuba…”.
Testimonios
Carlos Salazar/ Ibarreño
En Ibarra fue todo un acontecimiento’
Fue todo un acontecimiento en Ibarra. Recuerdo que estaba con mis padres y mis hermanos cuando observamos la transmisión en un televisor a blanco y negro, de esos grandotes con caja de madera. Al comienzo no podíamos creer en las imágenes. Pensábamos que los gringos estaban mintiendo, pero conforme avanzaba el documental, creímos.
‘Todas las actividades se suspendieron’
La noticia de que el hombre llegó a la Luna se difundió inmediatamente en todas las radios. En esa época estudiaba Odontología en la Universidad Central, cuando la Facultad funcionaba en la Plaza Grande. Las actividades se suspendieron para escuchar los detalles de esta hazaña por Radio Quito. No se hablaba de otra cosa.
‘Muchos pensaban que era el fin del mundo’
En Cuenca la gente veía con asombro en las imágenes televisivas y escuchaba como un cohete transportaba a los astronautas. Al ser esta una ciudad bastante católica, muchos opinaban que era el fin del mundo. Los cuencanos se quedaron en sus casas escuchando los informativos que emitían cada hora de las tres radios que funcionaban en la urbe.