Lula y Emilio

El mal humor de Luiz Inacio Lula da Silva causado por la retórica de los líderes de la Alba la pagó en ofensas y agresiones el columnista Emilio Palacio, quien incluso fue amenazado de un riña callejera por el Jefe del Comando del las Fuerzas Armadas. Pero el análisis de esta paradójica situación debe empezar por admitir que el líder obrero y actual Presidente de Brasil no tuvo la razón,  pues solo un ingenuo pudo esperar otros resultados de la cumbre convocada por la ansiedad política de la Presidenta argentina y que,  además, fue perversamente manejada por la astuta diplomacia colombiana que se aprovechó del gusto por el micrófono de los ‘albaístas’ para trasmitir en directo los  encontrones.

En consecuencia, Lula no debía sorprenderse de la retórica ni de la repetición de los discursos que conducía el Presidente ecuatoriano que,  en revancha, en un sábado de florete y en un ejercicio sin derecho a una réplica inmediata, lanzó epítetos no solo contra Emilio Palacio sino también contra Jorge Ortiz, Antonio Rodríguez y Hernán Pérez. El resto deberá esperar para otros sábados si cumplen con el requisito de no estar de acuerdo y ejercer a plenitud el derecho a opinar.

Para el registro histórico habrá que hacer una diferencia. Los gobiernos, principalmente de los presidentes y muchos dictadores, han criticado y usado los más descalificados adjetivos contra la información, principalmente los titulares que -hay que reconocerlo- es un talón de Aquiles de la actividad periodística. Sin embargo, muy pocas veces, la sevicia se ha ejercido contra los columnistas.

A los casos más contados, como la agresión  a Alejandro Carrión por parte de los ‘pichirilos’ del velasquismo, que deben ser antepasados de los comités de defensa de la revolución, deben agregarse, entre otros, el juicio a Alberto Acosta- no se trata de un homónimo, es el mismo que dejó escapar la historia en Montecristi- o la sentencia  que recibió Rodrigo Fierro que, para penalizarlo, los  magistrados se vieron obligados a descontextualizar párrafos de un artículo en el que se  opinaba y reproducían críticas al  hombre más poderoso del país en ese entonces.

El periodismo de opinión puede ser  un objetivo predilecto de los políticos ‘albaístas’. Esto es debido a que por la responsabilidad exclusiva de su firma pueden ser aislados de los medios y no tienen ninguna protección gremial; sin embargo, la historia del periodismo ecuatoriano tiene valentías como la emblemática pluma de Juan Montalvo. La que usan los actuales columnistas no va a matar nadie como lo reivindicó el Juan ambateño; pero si pueden ser causa de todo tipo de agresiones, desde las físicas hasta las judiciales. Emilio está en la lista.

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