Redacción Tulcán
La campesina Lidia Quistial sale a su parcela, ubicada en el cantón Mira (Tulcán), acompañada de sus dos hijos para sembrar. Ella, al igual que otros agricultores, aprovechó las pocas lluvias que cayeron para empezar a cultivar nuevamente la tierra.
Sin embargo, este día, el cielo estaba despejado y la alta temperatura obligó a la mujer a cubrir su rostro. Lo hizo con una camisa amarrada a un sombrero.
En un chal doblado y amarrado a su cintura lleva la semilla de fréjol. A su paso por los surcos, aún secos, abre hoyos con la ayuda de una pala. Ahí deposita las semillas. Mientras, su hijo Raúl Revelo, con un azadón, afloja la tierra del lindero del terreno.
Quistial con sus dos hijos apresuran el trabajo, pues el sol es agotador. “Con las pocas lluvias, el polvo se asentó y se puede sembrar”, dice.
Aunque las precipitaciones no son continuas los agricultores madrugan a preparar los terrenos en la zona.
Cruz Bolaños pasó hasta las 16:00 del sábado en su tractor. Él sacó la maleza que se acumuló en una parte de su propiedad. “Cayó un paramito, pero mojó la tierra. Pero aún utilizo agua del canal de riego”. Él recibe 10 litros de l líquido cada 12 días.
“Tengo tres meses de retraso en la siembra y no quiero esperar más”, dijo Bolaños mientras alistaba la semilla de arveja. Él cuenta que aún entre los agricultores hay temor por sembrar. La razón: las lluvias no son permanentes y con riego los costos se elevan.
Sin embargo, a diferencia de lo que ocurrió el mes anterior en los cantones Bolívar, Espejo y Mira, la tierra recupera su humedad y los ríos aumentan su caudal.
Aunque los campesinos coinciden en que las precipitaciones son esporádicas y no saben si la sequía seguirá prefieren arriesgarse a sembrar arvejas, maíz, papas, etc.
En el cantón Tulcán hay optimismo por las lluvias de hace dos semanas que son continuas. Las hojas amarillentas de las plantaciones de papa recobraron su verdor. José González, finquero de Nispud al sur de Tulcán, contrató 19 trabajadores para que aflojen la tierra y fumiguen las plantas. “Hay que aprovechar las lluvias para que el químico penetre en el suelo”, explica.
Él sembró las papas hace tres meses y las plantas no crecían. “Gracias a Dios las lluvias volvieron”. Él esperará tres meses más para la cosecha.
A los finqueros lo que les preocupa es que cada vez que hay inundaciones o sequías no reciban apoyo de nadie. “Tenemos que gastar de nuestros ahorros y enfrentar los problemas solos”, dijo Luis Quelal. Él plantó una hectárea de papas. “Debo USD 450 en químicos”, dijo.