En la Amazonía seis ríos se desbordaron; en poblaciones de la Costa el calor es extremo. Foto: Cortesía del comando conjunto de las fuerzas armadas.
Precipitaciones intensas que han causado inundaciones en la Amazonía, lluvias esporádicas en la Sierra o días muy calurosos en la Costa. Esas son las características de la estación lluviosa, que acaba de empezar en el país.
Este fin de semana, las poblaciones de Francisco de Orellana (provincia de Orellana) y de Napo se anegaron. Los militares, según la página web del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, evacuaron a los habitantes del barrio 6 de Diciembre en Coca, luego del desbordamiento del río Payamino, tras las fuertes lluvias.
Otras provincias afectadas son Pastaza y Zamora Chinchipe. En las cuatro zonas, las lluvias de pocas horas inundaron viviendas, se cayeron puentes y se desbordaron los ríos.
Wladimir Arreaga, técnico del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi), explicó que “se espera que para los próximos tres días, la intensidad (de los aguaceros) disminuya”.
Según el Inamhi, la cantidad de precipitaciones esperadas para este mes ya ha sobrepasado en Pastaza. Según el técnico Arreaga, en seis días se registraron 167,8 milímetros de precipitaciones en los sectores de Shell y Puyo; es decir, sobrepasó los 161 mm pronosticados para este mes.
Hasta el viernes pasado, 185 viviendas y 156 familias fueron afectadas, mientras que 12 personas fueron evacuadas por la crecida de los ríos Pindo Grande y Puyo. En Napo aumentó el caudal de los afluentes Misahuallí, Anzu y Napo.
Esta fuerte intensidad es una de las irregularidades que presenta esta temporada, debido a los efectos del cambio climático, indica el Inamhi.
Según esa entidad, la estación lluviosa en la región andina se inició en octubre pasado y se extendería hasta abril, mes en el que históricamente se han registrado las precipitaciones más intensas.
El desfase de esta época lluviosa se siente con más intensidad desde inicios de este mes.
En Azuay, por ejemplo, en las últimas dos semanas las lluvias han sido esporádicas. El viernes cayó el aguacero más intenso que aumentó los caudales de los cuatro ríos que atraviesan por la ciudad, pero no se han registrado inundaciones.
En Ambato, Riobamba y Latacunga las lluvias son esporádicas, en la tarde y noche.
En la Costa, la temporada empezó en diciembre, aunque con ciertas variaciones, que se experimentan en los últimos años. “Ya no llueve normalmente, sino intensamente un día y deja de llover otros, como sucedió en Guayaquil (el año anterior). Esto nos está causando estragos en el país”, explicó Gonzalo Ontaneda, coordinador de Estudios e Investigaciones del Inamhi.
Estas precipitaciones acumuladas y los desfases en el inicio habitual de la época lluviosa, agregó, son indicios de cambios en el clima que se presentan a escala mundial.
Según un pronóstico sobre temperaturas y lluvias que elabora esta entidad en base a registros históricos, para el primer trimestre de este año, tendríamos lluvias en casi todo el país, con mayor intensidad en el norte de Esmeraldas, Pastaza, el sur de Loja, Santo Domingo, Bolívar y Los Ríos.
Estos cambios de la época lluviosa son evidentes en el Litoral desde inicios de este mes. Esta temporada fluctuará entre episodios extensos de intenso calor y lluvias repentinas que podrían durar solo horas, según el coordinador regional del Inamhi, Raúl Mejía, quien además descarta la presencia de los fenómenos de El Niño y La Niña para este año, como indican los reportes.
Por el contrario y como usualmente ocurre en este tiempo en la Costa, las lluvias se originarán por la incidencia de la cuenca amazónica y nubosidades provenientes de la selva peruana y del norte de Esmeraldas. Pero las elevadas temperaturas no se disiparán. En esta región, el cambio climático ha influido, sobre todo en la temperatura.
Esto sucedió el pasado martes en Guayaquil, donde los termómetros marcaron 36°C y en el vecino cantón Durán 37°C (en enero la temperatura máxima es de 32°c).
Además del calentamiento, Mejía explicó que en ciudades como Guayaquil ocurre el fenómeno llamado isla de calor, que es una fusión entre las construcciones de cemento que acorralan a las ciudades con escasa vegetación.