En la Quilotoa – Chugchilán hubo un accidente en marzo por un hundimiento en la vía. Foto: Archivo/EL COMERCIO
Las recientes lluvias han provocado constantes deslizamientos y cierres de las vías Riobamba – Guayaquil, Riobamba – Macas y Quilotoa – Chugchilán. A pesar de que estas carreteras son casi nuevas presentan hundimientos y desgastes en su infraestructura.
En marzo pasado hubo dos accidentes en la Quilotoa – Chugchilán por un hundimiento que afectó a dos automotores y cobró la vida de una persona. ¿Quién se responsabiliza por esos daños?
Edwin Espinoza, director provincial de Cotopaxi del Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP), asegura que se trata de una carreterainterprovincial y que asumen su reparación. Agrega que tras una evaluación técnica se constató que estos inconvenientes se dieron por la sobresaturación de los suelos a causa de las lluvias. “No es un tema puntual de la provincia. Eso sucede en Chimborazo, Pichincha… donde el fuerte temporal deterioró las estructuras viales”.
El pasado 26 de marzo de 2017, en el sector de Guangocalle, la carretera se desplomó formando un hueco de 40 metros de profundidad. Una persona murió y otras dos resultaron heridas al caer un bus de la cooperativa de Transporte Iliniza.
En ese entonces, los dirigentes de la cooperativa anunciaron que iban a reclamar por los daños, pero se desconoce si lo hicieron formalmente. El MTOP no ha recibido la queja.
Los afectados del otro accidente, donde una camioneta cayó en un hueco, no presentaron el reclamo formal por falta de dinero y de tiempo.
Segundo Licta, de la comunidad Puglloloma y propietario de la camioneta que se accidentó en el km 5 de esta vía, cuenta que la reparación de su vehículo cuesta USD 4 000. La camioneta se cayó casi cinco metros en un hundimiento. Él asumió los gastos de la grúa que sacó su vehículo, que aún permanece en un taller.
Un informe difundido por los técnicos en vialidad del Consejo Provincial de Cotopaxi detalla que en la Quilotoa-Chugchilán, de 18,64 kilómetros, hay cinco sitios afectados por hundimientos y por constantes deslizamientos.
Según el documento elaborado el 26 de marzo pasado, los tramos más complicados son Guangocalle y Chiñacunga, donde hay hundimientos de alta peligrosidad. Los otros tres son de mediano riesgo.
La construcción de la vía se inició en el 2013 a cargo del Consorcio Vial Cotopaxi. La empresa realizó el relleno y asfaltado hasta el kilómetro 2,7 (sector Guangocalle). Pero en el 2014, el MTOP contrató a la constructora Becerra Cuesta para que concluyera la obra que la finalizó en junio del 2015, a un costo de USD 21 millones.
Otra de las vías que se ha cerrado y dañado por las lluvias, pese a ser casi nueva es la Riobamba – Guayaquil. Y si bien sus usuarios no han reportado demandas formales, los huecos y desgastes sí han causado averías en algunos automotores.
Leonardo Llerena, por ejemplo, tuvo que reemplazar una llanta de su automóvil después de caer en un bache. “El hueco era tan profundo que la llanta no solo se pinchó, fue necesario comprar una nueva”.
En el sector de los Santiagos los daños en la vía son más evidentes. Ahí hay un tramo hundido, por lo que los carros utilizan un solo carril para pasar. Allí , la suspensión del vehículo de Miguel Moreno, otro usuario, se averió al caer a un hueco que abolló la carrocería.
La vía Riobamba – Guayaquil tiene 106 kilómetros y fue inaugurada el 7 de junio del 2012. Según el MTOP, la vía tiene una vida útil de 40 años.
Los cierres -23 veces desde que aumentaron las lluvias- en el sector de Azazán- son frecuentes. Según un informe de la Secretaría de Gestión de Riesgos, los derrumbes se deben a que ese tramo de la carretera está en una falla geológica.
Esta entidad entregó un estudio geológico de la carretera al MTOP y al Municipio de Pallatanga, para tomar acciones y evitar cierres prolongados de la vía por donde transitan 3 500 vehículos a diario.
Cuando la carretera está cerrada, ellos deben tomar vías alternas como la Alausí – Huigra – Triunfo, o la Alausí – Piedrero – Guayaquil, que toma las mismas cinco horas de recorrido que la vía principal. Estas vías también sufren derrumbes cuando llueve muy fuerte, por eso Obras Públicas asignó un equipo de limpieza que constantemente las monitorea. Los deslizamientos de mayor magnitud les toma a los obreros al menos un día de trabajo, en promedio.
En las labores de mantenimiento que realiza el MTOP se incluye un estudio técnico para la estabilización de los taludes, pero ellos afirman que los daños en el material que conforman la carpeta asfáltica deben ser asumidos por la empresa contratista. “Se ha solicitado en varias ocasiones que se inicien los trabajos, de persistir el no cumplimiento se realizarán los trámites para la terminación unilateral del contrato”, contestó el MTOP a este Diario por mail.
Otra carretera con problemas recurrentes por el invierno es la Riobamba – Macas. Según un informe preliminar, el problema sería una falla geológica natural debido a la topografía y su ubicación.
Allí hay taludes inestables que causan derrumbes frecuentes en el kilómetro 11, en el sector de la parroquia 9 de Octubre, en La Kinsal y en los kilómetros 69, 72 y 74, en el sector de las Lagunas de Atillo.
Otra preocupación son los hundimientos en los kilómetros 13, 16, 20, 34 y 35. En estos tramos, incluso se perdió parte de la mesa vial y se redujo la anchura de la vía, dejando a los vehículos más expuestos al precipicio de 250 metros.
Según el MTOP, se diseñó un nuevo plan de remediaciones para solucionar permanentemente estas fallas. Mientras, continúan las labores de mantenimiento y limpieza de derrumbes que le cuestan cerca de USD 1 800 al MTOP. Labores que se realizan con un equipo técnico de la entidad y dos microempresas locales.
En contexto
La Riobamba – Guayaquil se ha cerrado 23 veces desde enero hasta ayer, 3 de mayo, con una afectación en 719 metros de vía. Mientras que la Riobamba – Macas se ha inhabilitado por cinco ocasiones y la Quilotoa – Chugchilán solo una, en marzo pasado.