El fuerte oleaje amenaza con destruir las viviendas de un conjunto en la playa El Matal, del cantón Jama (Manabí). Foto: EL COMERCIO
En los siete cantones de la provincia de Esmeraldas se registran lloviznas en las madrugadas y con más frecuencia en los dos últimos dos meses.
Las precipitaciones se sienten con mayor intensidad en Quinindé (centro) y Eloy Alfaro (norte), donde se han producido inundaciones por el desbordamiento de los ríos.
En Playa de Oro, de la parroquia Luis Vargas Torres (Eloy Alfaro), cerca de 500 habitantes fueron afectados por el desbordamiento del río Santiago, que subió un metro.
Las clases fueron suspendidas en la Escuela Fiscal Rita Lecumberry, donde se educan más de 100 niños. Mientras que las mujeres dedicadas a la explotación de oro de forma artesanal suspendieron la actividad. Comunidades como Picadero, Chanusal, Guayabal, Palma Real, Playa Nueva, Playa de Tigre y Zapote tomaron precauciones.
Elvis Bastidas, del Instituto de la Armada Nacional en Esmeraldas (Inocar), explicó que se han tenido reportes del desplazamiento de una masa de aire hacia al continente que viene desde la Amazonía, lo que genera lluvias en algunos sectores de Esmeraldas.
Por eso, en las comunidades del río Cayapas, en la Reserva Ecológica Cotacachi-Cayapas, el jueves y viernes anterior llovió hasta 12 horas seguidas.
En abril, el desbordamiento de los ríos Cayapas, Ónzole y Santiago dejaron unas 2 000 familias afectadas, recuerda Cipriano Ayoví, habitante de la comunidad de Pichiyachu-Negro, en el Cayapas.
Según un boletín del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología sobre las perspectivas climáticas para este trimestre octubre–diciembre, se estiman probabilidades de lluvias irregulares en el país, de manera general.
El alcalde de Rioverde, Dubal Güisamano, contó que en su cantón llueve regularmente en poblaciones como Chumundé, Venado y Lagarto, zona central de esa jurisdicción. Esa tónica se mantiene en Muisne, Atacames, San Lorenzo y la ciudad de Esmeraldas. Las lluvias están presentes en las madrugadas.
Para Dolores Villegas, jefa de la Unidad de Gestión de Riesgos en Quinindé, este comportamiento irregular del clima hace pensar que se está a puertas del anunciado fenómeno climático. “El año pasado, por estas fechas, no había lluvias, pero hoy hay aguaceros acompañados de truenos y rayos, que en el caso de Quinindé, afectaron el sistema eléctrico de la población dejando sin el servicio por horas, la semana anterior”, comentó Villegas.
Aguajes en la Costa.
En Manabí, los fuertes oleajes que se presentaron entre la noche del 24 y madrugada del 25 de octubre, hasta el momento han causado afectaciones en dos cantones de los nueve que están sobre el perfil costero.
En el norte de la provincia, en la playa El Matal del cantón Jama, la arremetida de las olas dañó la infraestructura de una de las 13 casas del Conjunto Habitacional Coco Beach, urbanización de jubilados canadienses y estadounidenses.
Para proteger las propiedades, valoradas cada una en más de USD 300 000 las que están al pie de la playa, el Municipio de Jama empezó a trabajar ayer en la construcción de un muro con sacos de arena. Además, la pared será reforzada con piedra escollera, informó Ramón Chávez, funcionario del Cabildo. En El Matal habitan 2 500 personas, donde 1 200 están en riesgo, dijo Chávez.
En Santa Marianita, suroeste de Manta, la marea alta que empezó desde las 06:00 de hasta pasadas las 14:00 de ayer seguía socavando al débil malecón. La arena que formaba parte de la playa ya no existe y solo queda visible el relleno con lastre, que fue ubicado hace más de 10 años, indicó el dirigente comunal Leonardo Alonso.
Las olas de ayer golpeaban el débil malecón hasta después del mediodía. La plataforma de concreto quedaba al aire junto a las vigas; dos de los cinco postes que estaban por desplomarse fueron reubicados por el personal de la empresa CNEL.
El residente de Santa Marianita, Elio Vera, cree que el mar seguirá entrando, pues hoy empiezan los aguajes.
El Inocar informó ayer que el período de aguajes y oleajes se presentará desde hoy hasta el 31 de octubre.
Los propietarios de lanchas de fibra de vidrio esperaron que bajara la marea para llevar sus embarcaciones a la playa y salir a sus faenas de pesca.