Si así llueve, que no…

Hay que decirlo con todas sus letras: excelente la iniciativa… y aún más, el comienzo de su ejecución. De tal manera que aunque suene a paradoja mientras la sofocante sequía requema los campos, no queda más remedio que repetir la socorrida frase utilizada cuando se encuentra una obra de elevada factura y de ilustración para la ciudadanía.

El principal autor es el concienzudo bibliófilo, Irving Iván Zapater. Luego de que él trabajara bastantes años en el Banco Central, ahora lo hemos descubierto como secretario técnico del Consejo Nacional de Cultura.

Lo que trata Irving es de recoger las “Memorias del Premio Nacional Eugenio Espejo”, a través de sus galardonados. Ellos suman 78 entre instituciones y personas naturales, desde el primero que lo recibiera, Benjamín Carrión Mora, el año ’75, hasta los que lo alcanzaron en 2009.

Puede parecer algo exagerado el criterio de que ellos constituyan la ‘selección’ de la cultura intelectual del país, pues siempre estarán cargados de apreciables dosis de subjetivismo los factores que una y otra veces han pesado para el discernimiento del Premio, pero no cabe duda que al menos los “78” - instituciones e individuos- integran un grupo valioso y representativo de la creación intelectual y estética del Ecuador, ya sea en cuanto a letras, ciencias, artes y gestión cultural, pues debe notarse que las reglas aplicables al Premio han ido variando en lo que alude al número y los ámbitos de trabajo de los galardonados.

De esta suerte el tomo primero va desde el año ’75 ya referido hasta el ’84 cuando lo recibiera un tesorero historiador, sobre todo del arte nacional, el fraile dominicano José María Vargas Arévalo.

Otros de este mismo período -y tomo- fueron: Alfredo Pareja Diezcanseco, célebre ensayista–; Raúl Andrade, columnista; Jorge Carrera Andrade, poeta; Demetrio Aguilera Malta, novelista; y el citado P. Vargas. Para completar el proyecto se anuncian dos tomos más.

Con buen acierto, Zapater incluye en cada caso: introducción al Premio; semblanza del personaje; los discursos pronunciados cuando la entrega del Premio; la opinión de la prensa y una “confesión a viva voz”, casi siempre con relatos originales y chispeantes. Y abundantes fotos de atinada selección.

Obviamente que el mismo tomo inicial incluye una panorámica sobre vida y obra de Eugenio de Santa Cruz y Espejo, el Precursor mestizo, verdadero gozne sobre el que giró la memoria colectiva de Ecuador entre finales de la Colonia y el arranque de la lucha por la Independencia.

Además se describe la historia  del Premio creado por obra del general Guillermo Rodríguez Lara en el ’75, con la colaboración de Milton Álava Ormaza, Pedro Jorge Vera y el Gral. Guillermo Durán Arcentales.   Una palabra sobre diagramación -Mosca, estudio gráfico-  e imprenta Mariscal- ¡son impecables!

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