Los registros de la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) demostraban en diciembre de 2020 las bajas temperaturas en el Pacífico Central. Foto: NOAA.
Cielo nublado la mayor parte del tiempo, con escasos momentos soleados; ligeras lloviznas o lluvias focalizadas. Ese es el panorama recurrente en los últimos días en Guayaquil.
Los registros de precipitaciones aún son bajos en gran parte del Litoral, en medio de la estación lluviosa. Así lo refleja la red de estaciones automáticas del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi), que hace un monitoreo de 24 horas en varias zonas del país.
La estación Puerto Hondo, instalada en la vía a la Costa, registró menos de 7 milímetros (mm) la noche del viernes 22 de enero de 2021. Mientras que la de Montebello, en vía a Daule, no pasó de 1 milímetro en el mismo lapso. En la ciudad no se ha vuelto a repetir una lluvia intensa desde el pasado 3 de enero, cuando solo en pocas horas de ese día se alcanzó 82,8 mm.
Otras zonas costeras tienen datos similares. Los reportes desde la noche del viernes hasta la tarde de este sábado 23 de enero de 2021 suman 1,6 milímetros en la estación de Puerto Ila, entre Santo Domingo y el norte de Los Ríos. En tanto que una de las estaciones en la costa de Manabí reporta 3,9 mm. y en La Libertad se alcanzó 6,4 mm.
El Comité Nacional para el Estudio Regional del Fenómeno El Niño (Erfen), que agrupa a siete instituciones locales, advirtió a fines de diciembre lluvias dentro de los rangos normales para la zona norte e interior del Litoral y bajo el promedio para la zona centro y sur.
Su último informe destaca “una alta probabilidad (95%) de que se mantenga el escenario La Niña durante el trimestre enero-marzo de 2021”, según los pronósticos internacionales. El evento La Niña se caracteriza por aguas más frías -bajas temperaturas- en el océano Pacífico.
El monitoreo oceánico del Instituto Oceanográfico y Antártico de la Armada (Inocar) refleja rangos de entre 27 y 24°C de temperatura superficial del mar, frente a la costa ecuatoriana y alrededor de Galápagos. Estos valores son considerados normales para esta época del año.
Sin embargo, entidades internacionales como la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés), proyectan en imágenes la extensa capa de agua fría -en tonalidad azul-, posicionada en el centro de Pacífico.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha alertado el desarrollo máximo de La Niña durante diciembre y enero en el Pacífico Central. Sus efectos, como un probable déficit de lluvias para parte de Sudamérica, se extenderían a los siguientes meses.
“La predicción indica que el evento La Niña decaería, progresivamente, a partir del mes de marzo de 2021”, explica Jonathan Cedeño, coordinador de la carrera de Oceanografía de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol).
Entre los principales efectos en Ecuador, Cedeño advierte una reducción en las precipitaciones de la zona costera durante la estación invernal, así como de un aumento en la productividad para el sector pesquero, especialmente de peces pelágicos pequeños como anchoveta y chuhueco.
“Esto no implica que no va a llover. Las lluvias se reducirán respecto a su promedio histórico y podrían ser más irregulares a lo largo de los días de un mes, sin que se descarte la ocurrencia de tormentas episódicas”, indica el oceanógrafo.
Ante la alerta global por este evento climático, el Gobierno ha diseñado la Estrategia Nacional sobre las probabilidades de ocurrencia de La Niña 2020-2021, que evalúa un posible escenario de sequía. El plan preventivo se difunde en parte de los 84 cantones que serían los más afectados, según el Servicio Nacional de Gestión de Riesgos.
Cedeño recomienda dar especial atención a la provisión de servicios básicos, así como a los sectores productivos que son sensibles al clima y que pudieran verse afectados en la cadena de producción y suministro de alimentos, debido a la pandemia por covid-19.
“El caso más evidente es el déficit hídrico en Manabí, reportado desde diciembre de 2020, que pone bajo presión los sistemas de abastecimiento de agua potable de algunos cantones, así como para riego en agricultura y ganadería”.