Azuay es la provincia que más avanzó en la resolución de sus litigios limítrofes. Logró acuerdos amistosos con Loja, Cañar y Morona Santiago y busca acuerdos con Guayas.
El proceso de negociación directo y amistoso está previsto en la Ley para la Fijación de Límites Territoriales Internos del Ecuador, aprobaba en abril del 2013. Se fijaron dos años de plazo para que los organismos seccionales arreglen sus controversias limítrofes.
El pasado 9 de este mes, las autoridades de Azuay firmaron los últimos acuerdos mutuos con Cañar y Morona Santiago, por 198 y 153 kilómetros de indefinición, en ese orden. La negociación empezó hace más de seis meses.
Para llegar a los acuerdos, las comisiones técnicas y jurídicas analizaron los registros de creación de los cantones, coordenadas, accidentes geográficos, informes de la ex Comisión Especial de Límites Internos de la República, etc.
En esos procesos, las partes cedieron territorios, pero lo más importante fue resolverlos, dice René Inga, de la Comisión de Límites de Azuay. Antes de firmar el acuerdo se difundió entre los pobladores para que sepan los cambios.
Eso pasó, por ejemplo, con la meseta del Pachamama, una de las zonas de controversia que había con Cañar. Esta última provincia se llevó una parte de lo que se creía territorio azuayo. En cambio, Azuay se quedó con el área donde están las radioayudas del aeropuerto cuencano Mariscal La Mar.
En las inmediaciones se ubican los poblados de Borma, Domay y Jacarín, de la parroquia Solano, del cantón cañarense de Déleg. Son los más cercanos a la parroquia cuencana de Llacao. Allí, hay casas dispersas, en su mayoría deshabitadas por la migración. En la parte más alta está ubicada la meseta del Pachamama.
Sus habitantes pastorean el ganado en esa meseta, que tiene caminos empedrados, basamentos de casas y ruinas arqueológicas Cañari e Inca. Dejan los animales temprano y los recogen pasadas las 17:00.
Elvia Guapacasa nació en Domay, hace 65 años. Según ella, el Pachamama no tiene dueños, por eso siempre lo usaron para el pastoreo. “Nunca hemos tenido disputas entre vecinos por su pertenencia”.
Según ella y su vecino, Víctor Saavedra, de la parroquia cuencana de Llacao, las autoridades les informaron sobre la nueva demarcación territorial. “Lo más importante es que se ejecuten las obras”. Esos poblados limítrofes tienen energía eléctrica, pero consumen agua entubada y carecen de alcantarillado.
Para Vicente Mendieta, presidente de la Junta Parroquial de Solano, resolver este tema genera ventajas, porque ambas provincias trabajarán en proyectos conjuntos. Azuay y Cañar se mancomunaron para manejar la cuenca del Machángara, ubicada en la zona que se disputaban y que genera agua para ambas jurisdicciones.
Con cada acuerdo amistoso se definió un proyecto conjunto que se remitió al Ejecutivo para su ejecución. Por ejemplo, en la meseta del Pachamama la idea es recuperar la zona, el área de influencia, casas, plazas y parques, para aprovechar e impulsar el turismo.
En cambio, en el acuerdo con Loja, firmado en octubre pasado, se identificó como proyecto de interés común el arreglo de la vía Santa Isabel-Sumaipamba-Celén-Saraguro. Y con Morona Santiago el mejoramiento de la carretera Jima-La Primavera-Gualaquiza.
Para el prefecto de Morona Santiago, Marcelino Chumpi, esas obras facilitarán la producción y la comercialización agrícola. Los documentos de los acuerdos se remiten al Comité Nacional de Límites Internos y al Ejecutivo para la aprobación y publicación en el Registro Oficial.
Con eso, al Azuay solo le queda una diferencia limítrofe interprovincial por resolver. Se trata de un trapecio de 607 kilómetros cuadrados con Guayas y que ha generado conflicto entre sus habitantes que reclaman su pertenencia para Cuenca, Balao y Naranjal. Paúl Carrasco y Jimmy Jairala, prefectos de Azuay y Guayas, negocian un acuerdo. Se planteó que la pertenencia de Abdón Calderón, la más poblada, se resuelva por consulta popular.