Vivo mi libertad con la emoción más profunda de poder orientar a la familia ecuatoriana, especialmente a padres e hijos, en la enseñanza de los valores, es decir, que aprendan desde niños la honestidad, la honradez y el respeto a todo el entorno social: pobres, ricos, blancos, de todo, porque eso implica expandir mi autoestima y sentir que vivo en libertad.
Un complemento es que los frutos de esto implican que estas personas que aprenden y practican valores, están listos para saber reconocer el valor de las diferentes formas o líneas de vida en lo político, económico, social, educativo, etc. Uno de los mejores valores que debemos enseñar hoy es respetar comenzado por los enemigos, si yo respeto a mi enemigo, aún aceptando que los tengo se puede comprender que realmente tengo una libertad feliz y el resultado será que me respeten hasta el último día de mi existencia. Si los niños, cuando lleguen a la adolescencia, a la adultez y a la vejez practican estos valores siempre brillará la libertad en todas las familias ecuatorianas.