Una de las principales falencias del presidente Correa es, sin duda, su intolerancia.
Será por ello que no hay día en que no aparezcan noticias en los periódicos y demás medios cuando hacen referencia a la forma en que se expresa el Presidente, principalmente en sus cadenas sabatinas.
¿En cuántos problemas y dificultades no se ha metido por su proverbial intolerancia?
Hoy el Ecuador se halla inmerso en la novelería de la expansión del socialismo del siglo XXI, lo que, concomitantemente, implica el despliegue de una serie de aspectos y situaciones negativas que le son inherentes y consustanciales a esta corriente ideológica.
La intolerancia del Presidente, en cuanto a que no respeta ni de lejos, las diferencias de opinión y de criterio -de la gente de oposición, principalmente-, no se está erigiendo precisamente en el pilar fundamental de su gestión gubernamental.
Y, ¿qué decir de aquellos medios que el Presidente denomina “prensa corrupta”?
A lo que realmente le está llevando al país el talante de intolerancia de Rafael Correa es a que, lamentablemente, se está socavando y destruyendo en sus bases mismas, no de a poco sino a pasos agigantados, la democracia.
Si la democracia, es el gobierno del pueblo para el pueblo y por el pueblo; la norma del ejercicio del poder debería ser la búsqueda a ultranza del bien o interés común.
Pero una persona intolerante como es el caso patético de nuestro presidente, está totalmente convencida, de que no hay absolutamente nada más allá de sus pretensiones y proyectos personales.
Jorge Orbe Velalcázar