En muchos países se ha logrado educar a las personas, imponiéndoles sanciones fuertes, ya se trate de un delito o de una infracción.
La gente ha tomado conciencia y las normas se cumplen, en ocasiones, por el temor al castigo. Multas elevadas que afectan al bolsillo, así como la pérdida de la libertad, son fórmulas para hacer cumplir las leyes.
En la Ley Orgánica de Transporte Terrestre se prevén infracciones y sanciones para aquellos que la irrespeten. En el Reglamento se establece como prohibición que los vehículos se estacionen “sobre las aceras y rampas destinadas a la circulación de peatones”. Ojalá los policías cumplan y hagan cumplir esta disposición. ¿Han visto cómo se parquean en los alrededores del edificio de la Policía Judicial, o en las veredas cercanas a un destacamento o cuartel policial? ¡Nadie les sanciona!
También se fijan topes de velocidad para conducir vehículos. Los chóferes de transporte público y comercial de pasajeros, dentro del perímetro urbano, no pueden ir a más de 40 kilómetros por hora, y en vías perimetrales hasta 70 km/h. ¿Harán respetar estos límites los señores policías? Es público y notorio que los conductores de la muerte, superan esos máximos a diario. La paciencia de los señores policías con estos desenfrenados chóferes es digna de un sacerdote celebrando misa.
Pero a los peatones también se les debe aplicar la Ley y el reglamento. Ellos, en muchos casos, son causantes de los accidentes y muertes que se recuerdan en cada corazón azul pintado en calles, avenidas y carreteras.
A veces es injusto sancionar a un conductor cuando un peatón, irresponsablemente, se lanza a la calle sin percatarse del tráfico vehicular. ¡Qué decir de los “chumaditos” que se creen toreros y dan quites a los autos! Está bien que se obligue a todos a cruzar por los pasos cebra, pasos elevados o deprimidos. ¡Sancione al infractor, señor policía!
Los pasajeros de buses también deben hacer cumplir la Ley a los chóferes profesionales: exíjales bajar el volumen de la radio para poder viajar sin más estrés del acostumbrado, cada vez que una persona se sube a un bus. Oblígueles a que se estacionen en las paradas, y no en cualquier lado para el embarque y desembarque de pasajeros. Si la policía colabora, el caos vehicular disminuirá.
Si además se toma conciencia de que la instalación rompevelocidades o de semáforos en cada esquina no es una alternativa de solución al problema vehicular, el tráfico podrá ser más fluido, sin tanto accidente. Si peatones, conductores y señores policías colaboran, el nivel de esquizofrenia, malos ratos y accidentes, disminuirá tanto, que hasta parecerá que transitamos por calles del primer mundo.