Durante toda la vida de la República gobernó la extrema derecha política y quienes pensábamos diferente fuimos una minoría sin importancia.
Las leyes fueron hechas a la medida de quienes gobernaban y lo que dijeran las minorías no contaba.
Antes de la República, nuestros aborígenes vivían y gobernaban en los centros poblados que ahora son Quito, Guayaquil, Riobamba, Ambato, etc.; gozaban de su mundo y eran dueños de todo.
Cuando viene la Conquista española el indio es masacrado y a los que quedaron los esclavizaron para su provecho; el esclavista era el rico, el clero, la derecha; el esclavo no tuvo derecho alguno, pues según los amos, ni siquiera tenía alma.
El indio, finalmente fue relegado a los páramos y montañas y dejado en el último peldaño de la escala social.
Luego de un dominio total de la derecha por decenas y decenas de años, aparece un hombre locuaz, atrevido, a veces exageradamente frontal y para aquellos “un insultador”, “un patán”; quien cada día explica y hace ver básicamente las grandes diferencias entre lo que fueron y son los explotadores de siempre y lo que son las grandes minorías desposeídas.
Aquel que se ha dado a la “ingrata tarea”, según aquellos, de malgastar los dineros del pueblo en obras de verdadero beneficio social.
A este hombre, a quien el pueblo ha respaldado con su voto en cinco elecciones, de suerte tal que ha logrado el milagro de sepultar a todos los partidos de derecha con todo y cadáveres políticos; a este hombre, se pretende ahora -por parte de ciertos insepultos- acusar de todos los males, lo declaran “persona no grata”, “enemigo de los industriales”, “enemigo de Estados Unidos”, “amigo de Chávez”, “destructor del país” y demás absurdos.
Por ello debo expresar -una vez más- mi sentido pésame a lo que queda de la derecha ecuatoriana, cuyos últimos vestigios, impotentes de alcanzar la talla para medir al Presidente en lo político o académico, más bien vienen tomando el camino del silencio, como los señores Carlos Vera, que se autodenomina “político” y el señor Diego Pérez, que saca una columna en blanco en lugar de aportar al debate.
Qué distinto y doloroso será para quienes dominaron toda una vida los destinos del Ecuador, quienes impusieron sus ideas con sus abrumadoras mayorías, sin proponer siquiera, peor jamás conseguir, la ‘justicia social’, que ahora nadie les haga caso en sus ideas y críticas políticas.
¿No lo creen?
Wilson Velástegui Contreras