El Universal. México, GDA
El reciente trabajo del escritor chileno Hernán Lavín Cerda (Santiago de Chile, 1939) se llama ‘Visita de Woody Allen a Venecia’. En él cultiva el verso y la prosa de una manera libre.
El autor cuenta con un acervo de más de 50 títulos entre poemarios, novelas y ensayos, entre ellos ‘La conspiración’, que trata el tema de la dictadura en su país natal; ‘La felicidad y otras complicaciones’; ‘Josefina Carabaote’ y ‘Discurso del inmortal’, entre otros textos más.
En su última recopilación, el chileno muestra un constante juego con el absurdo, el humor y la ironía. La idea surgió luego de ver un ciclo en la Cineteca Nacional, donde se exhibió un documental en el que el afamado director estadounidense, Woody Allen, viaja alrededor del mundo.
Pasó un tiempo antes de que llegara la línea que llevó a Lavín Cerda a crear esta serie de poemas y textos en prosa ligados con el trabajo cinematográfico del director de ‘Match point’.
“Si yo no duermo, tampoco duerme el insomnio, este insomnio tan antiguo: Nos necesitamos mutuamente, como Cecilia y Tom Baxter en el laberinto de ‘La rosa púrpura del Cairo”, dice el escritor chileno, una figura prolífica y respetada en la literatura latinoamericana, espacio en el que se siente verdaderamente a gusto.
El humor en la literatura de Lavín Cerda es fundamental, una materia que el escritor denomina “la payasada física y metafísica” y que tiene antecedentes en la obra de Julio Cortázar y Efraín Huerta.
Se trata de juegos de palabras certeros, un sentido del sarcasmo bien empleado aunque no siempre bienvenido, sobre todo en el principio de su obra.
Hernán, que conociera al hoy mítico chileno Roberto Bolaño, con quien compartió intercambios literarios y fuertes conversaciones en torno al quehacer literario en los setenta, cumplirá 70 años en octubre.
La poesía es su arma cargada de futuro y de pasado, un género que en su primera juventud consideró demasiado femenino y que en la actualidad se ha convertido en su gran medio de expresión estética.
Al referirse sobre la realidad en sus temáticas, el autor dice: “Todo en la vida es la misma historia, los temas salen de los sucesos comunes de la vida cotidiana, cualquier cosa o situación es buena para crear una pieza literaria. Los grandes artistas se convierten en pararrayos espirituales del tiempo, hay que ser receptores y estar abiertos a nuevos temas”.
Lavín cree que a través de la literatura y la poesía se puede convivir diariamente con el niño que todos llevamos dentro pero que solemos reprimir, impidiendo el renacer del espíritu infantil.
“La literatura nos hace mejores seres humanos, pues es un fiel espejo de nuestras riquezas, de nuestras debilidades”.
También el escritor recuerda su encuentro con Pablo Neruda, cuando Martín del Campo presentó ‘Los sueños de la ninfálida’, la gran novela de Lavín , en la Facultad de Filosofía y Letras. Allí, el gran poeta estuvo particularmente divertido, chispeante y feliz. Tras la lectura de unos poemas, Neruda se dirigió a un Hernán Lavín de 23 años y le dijo: “Muy bien, te felicito. Publicaremos tus poemas en la revista Ultramar”.