Un laboratorio urbano de cuatro días

Que durante cuatro días la cotidianidad de la ciudad estará alterada por la visita del papa Francisco no deja duda. Son 96 horas, en las cuales para ir de un lugar a otro se deberán sortear más de un obstáculo , en especial el martes 7 de julio, cuando se realice la misa en el Bicentenario.

Hay una zona de incidencia, a lo largo de 13 kilómetros, donde la movilidad tendrá restricciones severas. Igual ocurrirá en los sitios en los cuales se realicen actividades oficiales. Otros sectores sufrirán una reducción de las unidades de transporte público.

De las declaraciones de las autoridades municipales, con el alcalde Rodas a la cabeza, se sabe que con el plan que está en marcha se busca garantizar la seguridad del visitante y de los quiteños. Válido argumento, tomando en cuenta que se trata de un evento conocido oficialmente desde mayo pasado. Es decir, hubo todo el tiempo posible para tomar las decisiones necesarias y oportunas.

Una vez que termine la visita oficial hay una importante y responsable tarea que se debe hacer: evaluar la respuesta que tuvo la ciudad como tal; es decir, sus habitantes, líderes comunitarios, autoridades, servicios, organismos de seguridad, de emergencia, sector público y privado. Lo importante es determinar qué funcionó y qué no. Dónde no se dieron los resultados esperados, en qué hubo debilidades y en qué fortalezas. Cómo operaron las comunicaciones, la logística, la seguridad, los servicios, el tránsito, etc. En otras palabras: tener al detalle la información de lo que ocurrió entre el 5 y 8 de julio.

¿Y a quién servirá esta información? Pues a la misma ciudad, a sus habitantes y a sus autoridades. Este laboratorio urbano en el que se convierte Quito generará datos importantes para actualizar planes de prevención y respuesta en caso de que ocurran otras situaciones que tienen un efecto en el Distrito y que son parte de nuestra realidad, como una erupción del Cotopaxi o del Guagua Pichincha.

Son escenarios naturales que requieren de planes que garanticen la vida de los quiteños y eso depende de lo bien que estén hechos.

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