‘Kito kon k’ es la ciudad que salió del armario

Redacción Cultura

Karmela K., la mami; Ángel K., el hijo; y Celeste Ruales Ch., la chapa, vuelven a habitar en ‘Kito kon k’. Con la alegoría mordaz y la violencia de su discurso, la obra escrita y dirigida por Peky Andino retorna a los escenarios luego de  13 años.

En 1996, la obra rompió la forma tradicional de tratar al teatro ecuatoriano. Ahora vuelve - según su creador- para cerrar un ciclo de 15 años: de Zero no Zero, de procesos experimentales, de una vida conyugal... “una etapa de este largo camino, terrible y tenebroso”.

Ahora Sal y Mileto es una leyenda viva,  pero entonces  eran chicos de provincia con ganas de hacer rock y consumir...  fumarse el tiempo y la vida. “A mí el teatro me atraía por ser un acto terrorista efímero, que no dejaba víctimas físicas, sino espirituales”.

Andino no sabe bien si es que el presente vive de volver al pasado, pero reconoce que la influencia de una obra  viene con el tiempo,  en sus días de estreno la obra llenó salas, se revendían entradas.

“En ese momento era  desconcertante; en  medio de un teatro gastado. Aparte,  hablar del otro,  convertirse en los  reivindicadores del otro, era lo más fácil. ‘Kito kon k’ fue arrollador, desde  Paco Tobar, alguien se atrevía a escribir de sí mismo, no de la ruralidad, ni de los niños de la calle. Cambiamos... cambiamos”.

Hoy la obra es anacrónica y   confirmó hipótesis  “terribles”. Antes, hablar de ‘skinheads’ era una exageración, hoy son una tribu urbana visible. El personaje del hijo, el ‘kuervo’, es abiertamente neonazi, en una ciudad y un país donde es paradójico, metafísico y surrealista    hablar de ‘skinheads’.

Ahora ‘Kito con k’ ya no es la ciudad oculta, sino la que salió del armario, develada, violenta y de extremismos.  “Hay hipocresía al hablar de violencia. En la obra se trata desde la perspectiva  de un tipo que se cansó y comenzó a limpiar su paisaje, un personaje que vive su particular día de furia”.

Sentado en las butacas del Teatro Variedades, donde se repondrá esta pieza, a    Andino le arrebata una reflexión: “La sociedad está hecha para los delincuentes, tanto para los de corbata, como para los que asesinan por comprar base. Las políticas públicas jamas están hechas para proteger al obrero, a la chica que va al colegio”.

Y si bien el crimen masivo más  importante de la historia nacional no se comete aún,  “la ciudad se ha vuelto más ‘k’,  violenta y viciosa”. Otra premonición cumplida es la estética patria, “Karmela K., la mami,  es la representación de la madre patria, manipuladora y fanática, como ahora”. 

‘Kito con k’ tenía un halo de obra maldita y Peky Andino, como la gente de teatro,  no escapa de la   superstición.  “Es una obra que me cuesta mucho, tengo miedo de los personajes”. Pero la remontó con algunas variaciones en el elenco y la escenografía, se mantiene el contexto, la máquina de escribir y la casetera.  

‘Kito kon k’ , además de ser un libro clave, le ayudó a su autor para  saldar deudas. En 1998 se ubicó entre los 20  más vendidos y ahora lo siguen pidiendo. “La cultura oficial no sirvió  para acabar con Palacio, como no sirvió para acabar con nosotros”.

Elencos y  funciones

En 1996  actuaron   María Beatriz Vergara,  Alfredo Espinoza, y Juana Guarderas, la única que se mantiene en el montaje actual. Ahora se suman Juana Estrella y Francisco Arias.

La obra  estará desde hoy hasta el sábado, en el Variedades, a las 20:30. USD  8 y 5.

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