Redacción Deportes
La sala luce impecable. Hay un sofá rojo, adornado por cojines del mismo color y una mesa de color café, de unos 50 centímetros de alto.
La sala está ubicada en la entrada de la nueva residencia de los juveniles de El Nacional, en Tumbaco, en las afueras de Quito.
El sitio suele estar vacío, pero esta vez es diferente. Son las 14:00 y el lugar pierde su habitual tranquilidad por un tumulto de voces amontonadas que se escuchan en el exterior.
Son las voces de los jóvenes futbolistas de El Nacional, quienes pugnan por ingresar al lugar para observar a los seleccionados ecuatorianos de fútbol en una pantalla de televisión.
Los jóvenes prospectos del club quiteño pertenecen a un grupo élite. La mayoría son de escasos recursos económicos y provienen de Esmeraldas, Guayaquil, Napo…, pero por su talento son reclutados por el equipo criollo y residen en el Complejo.
Los siete talentos, de entre 13 y 18 años, ingresan a la sala con algarabía y se ubican en el cómodo mueble de la habitación para mirar a sus ídolos en el partido de eliminatorias, ante Bolivia.
Las imágenes de la televisión proyectan a los tricolores desfilando en el estadio Hernando Siles de La Paz. Entre los seleccionados aparece Segundo Castillo.
La imagen del mediocampista esmeraldeño es especial para los juveniles. Se trata de uno de los seis hermanos de Jairo Castillo, quien pertenece al grupo de talentos que residen en el lugar.
Jairo está tranquilo, pese a la aparición de su hermano. El jugador esmeraldeño de 18 años lleva una gorra multicolor y una camiseta negra con una leyenda que dice “chico malo”.
Castillo no es el único que llama la atención. Antonio Valencia, quien también habitó en la residencia del club en su juventud y posteriormente se convirtió en figura de la Tricolor, es aclamado por los juveniles.
Los jóvenes observan el cotejo con cautela, pero los goles de Édison Méndez, Antonio Valencia y Christian Benítez los emocionan. Las conquistas causan diversos comentarios. “Parecía un tanque”, dice Diego Rojas y festeja el gol del ‘Toño’ Valencia.
“Esa es, papá”, dice Jairo Castillo, tras observar una gambeta de Walter Ayoví. El jugador, quien ya lleva tres años viviendo en la residencia, también se emociona por una llamada telefónica.
“Era mi madre (María Nazareno). Ella quería saludarme y festejar la actuación de mi hermano”, revela Jairo con timidez, tras cerrar su teléfono celular.
Las decisiones del árbitro argentino Héctor Baldassi también generan reacciones de los espectadores. “Esa es Baldassi”, dice Leonel Nazareno, arquero de 15 años, como una especie de justificativo a la decisión del juez.
El partido culmina con el triunfo de 3-1 y los jóvenes se alistan para volver a sus actividades cotidianas. Ellos coinciden en que con esfuerzo se convertirán en los reemplazantes de los seleccionados, a quienes vieron por TV.