El vicepresidente argentino, Amado Boudou, fue citado para declarar ante la Justicia por una acusación de tráfico de influencias en su contra. Foto: AFP
El vicepresidente argentino, Amado Boudou, acumula dos causas judiciales en su contra, por las que fue citado a declarar ante la Justicia, pero resiste y rechaza de plano cualquier pedido de renuncia o licencia en su cargo.
Boudou, de 51 años, se convirtió hace dos días en el primer vicepresidente en la historia argentina en ser indagado durante su mandato por una causa penal, en la que está acusado de tráfico de influencias. Se trata de su supuesta intervención cuando era ministro de Economía (2009-2011) para salvar de la quiebra a la imprenta de billetes Ciccone Calcográfica y de haber contribuido a dejar en manos de supuestos allegados suyos la gestión de la empresa.
El diario La Nación señaló que por esta investigación, “tal como están las cosas hasta ahora”, el juez Ariel Lijo procesará a Bouodou “en tiempos más o menos cortos”.
A su vez, Boudou fue convocado el jueves (19 de junio de 2014) a los tribunales para que dé explicaciones en otra causa, en la que se lo investiga por ser el propietario de un automóvil con presunta documentación falsa. En esta causa, el vicepresidente tiene como abogado al penalista Jacobo Grossman, que fue asesor del juez de la Corte Suprema de Justicia Raúl Zaffaroni. En 2011 el letrado presentó pruebas contra la imputación que pesa sobre Boudou, relacionada con la documentación de la transferencia del automóvil.
El derrotero judicial del vicepresidente coincide con el último tramo del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, que el año próximo no podrá optar a la reelección, ya que la Constitución no lo permite.
Así, todo lo que sucede tiene como trasfondo la lucha por la sucesión del kirchnerismo, que comenzó en 2003 con el fallecido expresidente Néstor Kirchner y continúa hasta ahora con su esposa. “Son los machos del off”, aseguró Boudou hace unos días, con la convicción de que la información que se filtra a la prensa solo puede nacer desde dentro del poder político y judicial.
El mismo día, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanicha, le sugirió que “sería bueno” que “identifique” a quienes se refería, algo que no sucedió. Varios medios locales, sobre todo los críticos con el gobierno, sostienen que el vicepresidente “fue abandonado por todos” en el kirchnerismo, menos por Fernández de Kirchner.
La diputada opositora Elisa Carrió afirmó que “todos le soltaron la mano a Boudou, porque no es un compañero, es de la Unión del Centro Democrático (Ucedé)”, haciendo referencia a los orígenes del funcionario como militante en una agrupación de centroderecha ya extinta.
La legisladora va más allá y cree que ya hay una interna en el gobernante Partido Justicialista (PJ) para definir quién sucederá a Boudou: “Seguramente está acordada su destitución o su renuncia. También puede renunciar e irse del país”.
Para Boudou “lo que está en juego en estos años, sobre todo desde la llegada de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, es si el poder está en el pueblo o en muy pocas manos que toman las decisiones”, aludiendo a un complot en su contra -sin identificar claramente de quién- para derribar al gobierno.
Sin embargo, la prensa señaló que el vicepresidente le dijo a un amigo: “Conmigo me llevo a varios”, como una amenaza, en alusión a lo que podría ocurrir si es condenado.
“Está alarmada Cristina Kirchner, temerosa de que su iracundo favorito lance ‘fuego amigo’ contra el propio elenco de poder”, dijo el analista Carlos Pagni en La Nación. El anterior domingo, el mismo diario dijo que la presidenta “avanzó varios pasos en la defensa” de Boudou: “Ella dejó atrás la anterior protección implícita del vicepresidente para colocarse abiertamente como su escudo político”.
Fernández de Kirchner volvió a subir al palco presidencial a Boudou, lo ubicó a su lado, lo autorizó a dar entrevistas en medio considerados opositores por el gobierno y ordenó que lo “socorrieran en el inmenso universo de medios oficialistas”, afirma el matutino, en línea con lo que señalan otros periódicos.
¿Por qué? El analista político Joaquín Morales Solá dijo en “La nación” que fuentes oficiales aseguraron que la presidenta “está convencida de que el caso Boudou podría arrastrarla a ella también.