Puestos de jugo de naranja embotellada son más visibles en el norte de Quito

Cada costal de naranjas cuesta USD 20. El jugo es embotellado para la venta. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Cada costal de naranjas cuesta USD 20. El jugo es embotellado para la venta. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Cada costal de naranjas cuesta USD 20. El jugo es embotellado para la venta. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Al menos en ocho puntos de la ciudad, desde el mes pasado, se puede observar puestos de venta de jugo de naranja en el norte y centro norte de la urbe. Con una mesa, una bolsa llena de botellas plásticas y un costal de la fruta, las personas apuestan por este negocio, aprovechando que hay días de lluvia y que, como ellos dicen, no hay nada mejor para combatir los resfriados, que un buen vaso de vitamina C.

El negocio de Marilyn Sangucho de 23 años empieza antes de que salga sol. Ella se ubica en el sector de la avenida De los Granados. Su jornada laboral empieza a las 03:00, cuando en compañía de su hija, va al Mercado Mayorista, en el sur de la ciudad, a comprar al menos dos costales de naranjas. Cada saco cuesta USD 20. Mientras, compra las botellas en una distribuidora ubicada en Carapungo; paga USD 27 por las 250 botellas plásticas vacías. Alquila una camioneta y traslada, diariamente, su carga hasta su puesto de trabajo. A las 04:45, empieza la venta; cada botella llena de jugo la vende a USD 1,25.

Ana Caiza, de 51 años, madre de Marilyn, es quien se encarga de llevar el producto a los conductores que transitan por la vía. Ellas aprovechan la congestión o que el semáforo se encuentre en rojo para ofertar el producto.

Su tía Sandra Caiza, de 42 años, tiene un negocio por el sector de la avenida Río Coca. Ella fue quien motivó a Marilyn a ponerse el negocio. Allí la venta empieza a las 05:00. En un buen día, llega a vender hasta tres costales de naranjas. Sandra es viuda y mantiene a sus dos hijos de 17 y 12 años con este negocio. Ella trabaja hasta las 13:00 y luego regresa hasta la parroquia rural de Conocoto, donde reside.

250 botellas plásticas tienen un valor de USD 27. Foto: Eduardo Terán / EL COMERCIO

Hay negocios de venta de jugo de naranja por la Universidad Central, cerca al Centro Comercial El Bosque, en la avenida De la Prensa, en el sector de El Inca y en otros puntos de la ciudad a lo largo de la avenida Eloy Alfaro.

En este último sitio, en el norte de la ciudad, todos los días Hugo Cepeda, de 24 años y su esposa Evelyn Petún, de 17 años, se dedican a este quehacer. Él trabajaba en una pescadería en el centro, pero perdió el empleo hace tres meses y decidió poner su propio negocio. Compró una mesa y le adaptó un exprimidor por el que pagó USD 35.

El negocio empieza a las 07:00 y termina a las 15:00. Vende dos costales al día. Ellos compran las naranjas en San Roque, el quintal le cuesta USD 22. Vienen unas 250 naranjas. La hora pico es de 07:00 a 09:00 y de 12:00 a 14:00.

El negocio no es malo. De cada costal salen en promedio unas 40 botellas, o más, dependiendo del tamaño de las naranjas. Su esposa trabajaba en un restaurante. No ganaba ni el básico. Hoy les va mejor, pero trabajan en la calle, soportando el frío y el sol.

Estas personas encontraron en la naranja una forma de sortear la crisis; una alternativa al desempleo. Al momento, se encuentran sacando los permisos para poder trabajar en el espacio público y hacen un llamado a la autoridad para que les permita ganarse la vida de esa manera y, de paso, ayudar a la buena salud de la gente.

En cuanto al control del Municipio, por el uso del espacio público, los comerciantes consultados dijeron que están tramitando los permisos. Sin embargo, esperan la comprensión de las autoridades que les permitan realizar esta tarea más formalmente, sobre todo teniendo en cuenta la crisis que está golpeando y la venta del jugo de naranja se vuelve una opción de ingresos.

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