La familia Montaño jugó carnaval el pasado sábado, en el sector de la av. México, en Cuenca. En la capital azuaya no hay prohibición para este juego. Foto: EL COMERCIO
El juego de Carnaval en el Ecuador varía según la zona. Aunque no existe prohibición oficial en todas las ciudades, hay casos como el de Guaranda y Ambato, en donde se celebran dos de los más famosos carnavales del país. Allí, los municipios prohíben el juego a través de ordenanzas.
En Ambato, los comerciantes mayoristas de espuma pueden recibir una sanción pecuniaria, al igual que las personas que jueguen con agua o con este producto.
El Carnaval de Guaranda, conocido por el juego con agua, espuma, harina, talco, huevos, tierra, etc. tiene una regulación. El Municipio prohibió su venta y distribución y además el juego 30 días antes de la fiesta y durante su desarrollo.
Si alguien es aprehendido por jugar, puede ser trasladado al Centro de Rehabilitación Social de la ciudad.
A escala nacional, el juego brusco de Carnaval era considerado una contravención de segunda clase en el anterior Código Penal. La sanción iba desde un día de prisión hasta multas de entre USD 4 y 7.
Actualmente rige el Código Integral Penal (COIP), que establece entre ocho y 20 días de privación de libertad para quien agreda o lesione a una persona al jugar carnaval.
En Azuay, las familias y conocidos se lanzan agua, espuma y polvo. Estas prácticas se ven también en actividades culturales, desfiles y reuniones. En Cuenca no hay una ordenanza que restrinja el juego. Por eso, es común ver a los jóvenes mojándose afuera de sus casas, en piletas o en las márgenes de los ríos que atraviesan la ciudad.
Sin embargo, la Empresa Municipal de Telecomunicaciones, Agua Potable y Alcantarillado, Etapa, realiza campañas de concienciación para evitar el desperdicio del líquido vital.
Además, la Intendencia de Policía de Azuay –en al menos cinco casos– se respaldó en el COIP para sancionar a quienes lancen de forma violenta bombas o baldes con agua.
En Imbabura tampoco hay prohibición legal. Pero el comportamiento es distinto, según el cantón. En las comunidades afrodescendientes del Chota, Juncal y Salinas (Ibarra), hay programas en los que se permite mojar a vecinos y turistas.
“El jugar con agua es parte de la tradición, porque los afrochoteños se refrescan del calor en el río. Pero durante estos días se permite mojar a todos”, explica Bryan Andrade, presidente de la Fundación Piel Negra, que organiza la fiesta.
Un ambiente parecido se vive en la ciudad de Ibarra. Ahí, los jóvenes juegan en las calles. El Municipio secó las piletas del parque Ciudad Blanca para evitar que haya juego brusco, como sucedió el año anterior.
Aunque en los cantones Otavalo y Antonio Ante no hay una legislación al respecto, el juego en actividades públicas está tácitamente prohibido, por un acuerdo ciudadano.
En la comunidad de Peguche (Otavalo), en donde se celebra el Pawkar Raymi, y en Atuntaqui (Antonio Ante), en donde se realiza la Expoferia Textil, no se admite el uso de agua, harina ni huevos, pero sí de espuma.
Blanca Cecilia Lema, presidenta del Pawkar Raymi, explica que la idea es evitar agresiones contra los turistas.
En Guayaquil, una cuadra en el Suburbio o cualquier barrio popular se puede convertir en un campo de batalla. Las
armas: globos y pistolas de agua, harina y anilina de colores, espuma y baldes.
“Jugar con agua es una costumbre de todos los años”, dice Estela Fernández frente a una piscina instalada en una acera de la Coop. Jacobo Bucaram. Allí, los chicos se equiparon desde temprano con pistolas de agua para jugar entre ellos.
Aunque no hay sanciones específicas para el juego brusco,
la presidenta de la Empresa Pública Municipal de Turismo y Promoción Cívica de Guayaquil, Gloria Gallardo, dice que hay estrategias para lo que se conoce como culturizar la fiesta.
El desfile cívico, que recorrió el Malecón, y la elección de la Reina del Carnaval son algunas. Desde el 2007, el Municipio realiza el Carnaval de Guayaquil. En una resolución cita que habrá estricto control “a fin de evitar conductas irregulares que afecten al derecho de los ciudadanos a la recreación y a la cultura”.
En Santo Domingo de los Tsáchilas se ha perdido la costumbre de lanzarse agua en la calle. La gente prefiere jugar con anilina y espuma de carnaval o bañarse en el río, en los balnearios naturales de la zona rural.
La operadora turística Aracely Jijón dice que la variación se debe a la sanción del COIP. Además, en Santo Domingo ahora hay eventos con artistas nacionales reconocidos para atraer a los turistas.
La Sanción
El COIP dispone sanción de entre 8 y 20 días de detención, por juego agresivo de carnaval o lesiones.
En Guaranda, según el caso, hay prisión o multa de una remuneración básica unificada (RMU) y la requisa de productos.
En Ambato la multa por jugar es del 30% de la RMU. Los vendedores deben pagar 5 RMU la primera vez y 20 RMU, si reinciden.
Tradición
Las prohibiciones y sanciones municipales o nacionales frenaron el juego masivo. Se busca evitar que el turista se asuste, las agresiones y el desperdicio de agua.