Familiares, médicos y enfermeras de Solca participaron de la graduación de los jóvenes. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO
En siete años, Cynthia, de 17 años, superó los dos retos más importantes de su vida: el cáncer y la secundaria. La leucemia desapareció hace dos años y la etapa colegial terminó ayer, martes 7 de agosto del 2018, bajo el programa de Aulas Hospitalarias.
Su historia comenzó en el 2011 con un dolor en su pierna derecha, que apareció repentinamente. El malestar creció y le impedía caminar.
Su madre, preocupada por su situación, la llevó al pediatra que atendía a su hermano menor. Luego de un chequeo y un análisis de sangre le diagnosticaron cáncer (leucemia linfoblástica aguda).
Cynthia ingresó, de inmediato, al Hospital Oncológico Solca, en el norte de Quito. Pero no quería perder clases. Tenía 10 años y cursaba el séptimo de básica. Es así cómo accedió al Programa de Aulas Hospitalarias, que se habilitó desde el 2006 en esta casa de salud.
En total, ya se han graduado unos 50 estudiantes en los últimos 12 años. Este martes se incorporaron nueve chicos.
El programa permite que niñas, niños y adolescentes en situación de enfermedad, hospitalización, tratamiento y reposo médico domiciliario accedan y culminen sus estudios en el contexto educativo hospitalario o desde la casa.
Uno de los ciclos más dolorosos que afrontó la joven es la radioterapia. Se trata de uno de los tratamientos que se practica para enfrentar esta enfermedad que afecta a los tejidos.
Después del proceso médico, la joven quedaba agotada, sin ánimo y con mucho dolor de cabeza. Además, le disgustaba el aislamiento de sus compañeros de escuela, ya que algunos creían que tenía una enfermedad contagiosa.
El estrés del colegio hizo que su enfermedad se agudizara y tuviera varias recaídas, por lo que permaneció en el programa hasta los 15 años, edad en la que el médico le dijo que estaba libre de cáncer.
Culminar una etapa mientras se afronta una enfermedad no es fácil. Pero con el “apoyo de la familia, docentes y amigos salí adelante”, dice la joven. Ella participó ayer de la ceremonia de incorporación de los chicos en Solca.
Durante la ceremonia se destacó la valentía de los jóvenes para continuar con sus estudios pese a la enfermedad.
Ahora Cynthia está estable y con más sueños. En el futuro planea seguir una carrera universitaria, pero aún no decide qué profesión seguir.
Para la psicooncóloga del área de pediatría de Solca, Edith Dueñas, los chicos que viven estas enfermedades deben mantener sus ciclos y sus actividades de forma normal, ya que esto es positivo para su desarrollo y mejoría.
Esto les ayuda, por ejemplo, a que su autoestima se levante, pues se sienten productivos y capaces. “Influye en su recuperación psicológica y emocional”, explica Dueñas.
El acompañamiento psicológico se da a los pacientes en varios momentos: al recibir el diagnóstico -que se considera la etapa más dura-, durante el tratamiento y al terminar el proceso médico.
En este año lectivo 2017-2018, en el régimen Sierra-Amazonía, se graduaron 59 estudiantes a escala nacional. Actualmente, funciona en 67 establecimientos en todo el país. El año anterior el número de graduados fue inferior, es decir, hubo 38 bachilleres.
Valorar la vida y encontrar la felicidad en pequeños detalles es la enseñanza que sacó Paulo, de 17 años. A él le diagnosticaron un osteosarcoma, un cáncer óseo que afectó su pierna derecha. Por eso cambió las canchas de fútbol y juegos por la quimioterapia. El hospital se convirtió en su segundo hogar y el de su familia.
El dolor emocional de encontrarse en esa situación fue más fuerte que el dolor físico, admite el joven de 17 años.
Su madre Betsy dice que a pesar del dolor de enfrentar un cáncer, la solidaridad y ver cómo los pacientes se aferran a la vida es lo más destacable de toda la experiencia.
Paulo ya terminó la quimioterapia y cuenta que lo más difícil fue escuchar que podía perder su pierna a causa del tumor maligno. Con el tratamiento evitó esta situación y ahora acude a la casa de salud para revisiones regulares.
Su familia destaca que su fortaleza y la esperanza le han permitido culminar estas dos etapas en la vida del joven.
Los pacientes con enfermedades catastróficas, en hospitalización o reposo médico domiciliario, pueden culminar sus estudios a través del programa de Aulas Hospitalarias.
En contexto
En Ecuador, el Programa de Aulas Hospitalarias se inició en el 2006. Se desarrolla en los establecimientos de salud y casas de acogida, en domicilios y en Centros de Tratamiento de Adicciones al Alcohol y Drogas, a través de un acuerdo interministerial.