Desde que salió del coma, Luis tiene problemas físicos y su madre lo cuida en la casa. Foto: Enrique Pesantes / EL COMERCIO.
Los tubos estaban conectados al cuerpo de Luis. Un respirador llenaba de aire sus pulmones. Otro aparato lo alimentaba vía sonda y un artefacto monitoreaba sus funciones cerebrales.
Luis llegó a ese estado el pasado 10 de enero. Ese día, sus órganos dejaron de funcionar normalmente por una sobredosis de droga, entró en coma y fue conectado a esos equipos.
Así pasó hasta el 28 de febrero del 2015 cuando salió del coma. Sin embargo,quedó con el 80% de discapacidad intelectual.
No es el único caso con secuelas graves. En la última encuesta sobre uso de narcóticos se revela que el 8,5% de la población consultada (5,6 millones) señaló que en su familia hay al menos una persona muerta por uso de alcohol y otras drogas. La mayoría de afectados está entre 26 y 35 años. Luis solo tiene 16 años.
Ahora que está en casa, pasa los días acostado en la pequeña cama de su cuarto. Lucero C. es su mamá y lo acaricia mientras él tiembla un poco. Le dice que todo estará bien, arregla los pañitos húmedos y el pañal para cambiarlo. Las lesiones cerebrales que sufrió le impiden moverse, hablar, comer…
Su mamá lo baña, lo viste, lo carga y lo limpia igual que cuando era un niño. “Solo que ahora tengo el dolor de saber que no volverá a ser el mismo”.
En el Francisco Icaza Bustamante, uno de los hospitales más grandes del país, se evidencian cuadros similares. Allí, cada año se conocen 1 000 casos de menores que sufren degeneración del estado físico y mental causado por el consumo de narcóticos. Esa cifra fue confirmada por el gerente del hospital, Javier Chacón.
El galeno recuerda la edad del último y más grave paciente ingresado por sobredosis, Luis. Y sabe que las edades de los chicos que sufren estas complicaciones van de 12 y 14 años.
La mañana del 26 de enero, los vecinos de un barrio en el suroeste de Guayaquil se percataron que un cuerpo sin vida yacía en una calle del lugar, frente a una clínica de rehabilitación clandestina.
La persona fallecida era un joven, de 22 años de edad, quien se encontraba en tratamiento para combatir la adicción. Sus compañeros de cuarto recordaron que antes de morir, el muchacho empezó a convulsionar, a alucinar y vomitar. Esos síntomas son comunes en caso de enfrentarse a la abstinencia, según la jefe de conductas adictivas del Instituto de Neurociencia de la Junta de Beneficencia, Judith Vintimilla.
El padre de uno de los chicos que estaba internado en esa clínica clandestina recuerda que desde que su hijo dejó las drogas, él pasaba de descansar todas las noches en su cama a dormir en un mueble al lado de la cama de su vástago. Le bajaba la fiebre con paños húmedos, vigilaba que no se ahogara con su vómito y revisaba que su respiración fuera normal. “A veces me preguntaba si es mejor el remedio o la enfermedad”.
Vintimilla sabe que los síntomas que se presentan después de suspender el consumo de sustancias ilegales también representan riesgos para la salud.
“Sin embargo, superada esta etapa que puede durar hasta seis meses, la rehabilitación está cerca”, advierte.
De cada 100 personas que consumen droga en el país solo 10 logran rehabilitarse. Ese dato lo informó en marzo del 2014 el Ministerio del Interior y advierte que es una “cifra alarmante que involucra directamente a adolescentes”. La última encuesta nacional sobre uso de drogas (2013) señalan que la mayor cantidad de personas consigue los narcóticos a través de los denominados brujos y en la calles.
Además dice que el 2,6% de los consultados dijo tener un familiar que ha sufrido una sobredosis por narcóticos.
Una tarde de septiembre, Luis le confesó a su madre que consumía sustancias prohibidas que le regalaba o vendía un amigo de su barrio. Julieta Sagñay es directora de la Clínica de la Conducta, un centro que trata la dependencia a estupefacientes, y dice que el precio es asequible, los problemas personales, la influencia de amistades y la presencia de microtraficantes en el entorno son algunas razones que inducen al consumo de psicotrópicos.
El año pasado, más de 20 padres de familia y sus hijos, quienes sufren de algún tipo de adicción, llegaron a su consultorio, en busca de ayuda.
La especialista trata este tipo de casos a través de un proceso de desintoxicación con medicamentos, en casos severos, y terapias psicológicas. “La predisposición y la constancia son las herramientas para que el paciente afronte su adicción durante el tratamiento”. Luis prometió que la dejaría de consumir, pero no pudo. Ahora está postrado en la cama, rodeado de la bandera de su equipo.
En contexto
Actualmente, en el país está en marcha la campaña No a las drogas, dirigida a los estudiantes. La idea es evitar que los chicos sean atrapados por las redes que se dedican a la venta de narcóticos al menudeo. En el 2014 se reportaron 1 125 adolescentes aislados.