En la actualidad los jóvenes se independizan más tarde

Allison Cuadrado salió de su casa, en Manta,alos 18. Ahora tiene25y vive solaenQuito.

Allison Cuadrado salió de su casa, en Manta,alos 18. Ahora tiene25y vive solaenQuito.

Camila Pozo, de 23 años, vive con su padre. Actualmente realiza su tesis de pregrado. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

A sus 29 años, Patricio Villacreses vive con sus padres por dos razones. La primera es que ambos son adultos mayores y él les brinda soporte cuando su salud se deteriora. La otra razón es económica.

Este psicólogo organizacional quiere estudiar más de un posgrado fuera del país. Sus papás no están muy de acuerdo con sus inclinaciones artísticas, por lo que –anota– prefiere ahorrar el dinero que obtiene del teatro y de la danza para costear sus estudios de cuarto nivel en esas áreas.

“No quiero independizarme aquí mismo sino en otro lado”, comenta. Villacreses señala que en el país no es habitual irse de la casa de los padres al cumplir la mayoría de edad. “Hoy es común que vivas con tus padres por más tiempo”.

Precisamente, una de las razones para que los jóvenes planifiquen independizarse más tarde es la crisis social, explica María Elena Sandoval. Ella es psicóloga clínica y social y también docente del área de Salud de la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB).

Un modelo de sociedad -indica- en el que las personas exitosas son quienes más estudian hace parte de esa crisis. “El pregrado ya no es suficiente”. Los jóvenes van por el cuarto nivel y, por ende, la estadía con sus padres se alarga.
Esto, a la vez, produce una reconfiguración cultural y familiar, en la que al alargarse el período de estudios de los hijos, los padres se hacen responsables de ellos por más tiempo.

Culturalmente, en Ecuador existe la visión de que los padres tienen la responsabilidad de responder por los estudios de los hijos hasta la vida adulta, reflexiona Sandoval. Mientras, en Norteamérica o en Europa, un joven a los 18 años piensa en su independencia y sus padres lo empujan hacia eso.

Allison Cuadrado salió de su casa, en Manta, a los 18. Ahora tiene 25 y vive sola en Quito. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

Este es el caso de Allison Cuadrado, de 25, quien salió de la casa de sus padres, en Manta, a los 18 años, para estudiar en Guayaquil. Su mamá es europea y siempre le habló de que la mayoría de edad trae la necesidad de independencia.

Eso determinó la forma de pensar de esta joven manabita, que vivió cinco años en Guayaquil, cuatro meses en Orlando (EE.UU.) y desde hace dos años en Quito. Para ella, cada lugar significó un proceso.

Al principio -cuenta- se sentía sola, por eso prendía el televisor. Luego de tres meses aprendió a amar el silencio y su independencia. Considera que como joven el hecho de vivir sola no es simplemente un sinónimo de libertad sino también de responsabilidad consigo misma, en todos los aspectos, incluida su seguridad.

María Elisa Torres tiene 24 años y es investigadora del Centro de Etnografía Interdisciplinaria Kaleidos, que es parte de la Universidad de Cuenca y de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).

“En Cuenca, los hombres se quedan más tiempo con sus padres porque tienen más libertad para salir y no participan en las labores domésticas. Con las mujeres pasa lo contrario, por eso ellas buscan su independencia más rápido”.

En cualquiera de los casos, Torres considera que lo económico es determinante. Con esto coincide la psicóloga de la UASB, quien detalla que “las encuestas del INEC sobre empleo joven, de abril del 2018, muestran que la mayor cantidad de desempleo es en jóvenes de 18 a 27 años”.

Según el INEC, la población joven en el país (de 18 a 30 años) corresponde a un 22% del total. Las proyecciones muestran que va en crecimiento desde el 2010 y alcanzará los 3,8 millones en el 2020.

Desde su experiencia como profesora de Bachillerato, Norma Escobar, estudiante de posgrado de 28 años, considera que las nuevas generaciones son más dependientes que sus padres. La chica salió de Ibarra para vivir sola a los 19.

Para ella, la independencia es un tema cardinal en la vida de un ser. “El separarse del núcleo familiar es una responsabilidad mayor: implica autonomía, pero también afrontar la vida en sus diferentes aristas, incluida la económica”.

Un artículo publicado por la revista médica británica The Lancet asegura que el fenómeno corresponde a la prolongación de la adolescencia. Esta fase terminaba antes a los 19, mientras que hoy llega hasta los 24 años, por una mejor nutrición que permite el desarrollo del cerebro hasta después de los 20. Eso retrasa la adopción de responsabilidades, vistas como propias del adulto.

La psicóloga Sandoval menciona que la tecnología también incide, ya que los jóvenes de hoy no necesitan salir de sus casas “porque ya están fuera, pero en el ciberespacio”, donde encuentran relaciones afectivas, trabajo remunerado y contacto social.

Camila Pozo tiene 23 y vive con su papá. Él se siente más tranquilo de saber que su hija está con él y feliz de ayudarla económicamente. La chica elabora su tesis y ha hecho planes para irse a vivir con su pareja, pero dice que será a largo plazo, cuando tenga un trabajo.

Este Diario hizo un sondeo digital para conocer la edad a la que los jóvenes ecuatorianos dejan de vivir con sus papás. Hasta el cierre, 466 personas (de 594) respondieron que esto sucede a los 28 años o más.

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