Vehículos de la Policía Nacional y Medicina Legal llegaron al levantamiento del cadáver. Foto: Archivo /El Comercio
No le hacía falta hablar para hacerse entender. Zoila era la segunda de nueve hermanos; comedida, vivaz, alegre… Su discapacidad auditiva nunca fue un limitante para que se relacione con la gente. En La Esperanza, cantón Pedro Moncayo, donde nació y vivió 61 años, todos la conocían.
Por eso el dolor en el poblado, cuando los habitantes se enteraron de que había sido asesinada la mañana de ayer lunes 16 de noviembre del 2015.
Al ver el vehículo de la Policía Nacional y el carro de Medicina Legal, los vecinos se acercaron y se enteraron de la muerte; el tema de la inseguridad del barrio se empezó a regar por las casas pequeñas con grandes sembríos, por los chaquiñanes…
En el barrio viven cien familias y desde hace unos cuatro años atrás empezaron a llegar personas ajenas a la comunidad atraídas por las florícolas. El negocio de las flores trajo un nuevo movimiento al sector, dinamizó la economía, pero también les trajo nuevos problemas. Hoy apenas el 60% de la población es originaria de la zona.
El principal sospechoso del crimen es un joven, de 16 años, de Esmeraldas. El habría acabado con la vida de Zoila, quien se dedicaba a trabajar la tierra.
Ella nunca aprendió a leer ni escribir. Mariana Puga, de 63 años, es su hermana mayor; reconoce que hace medio siglo la gente que sufría algún tipo de discapacidad no tenía la posibilidad de superarse. Por eso Zolia se dedicó a la tierra, a criar gallinas y chanchos, a salir de caminata todos los días hacia las montañas.
En la casa de Zoila vivían tres mujeres: ella, Mariana y su madre; además un hermano vivía cerca y el resto buscaron nuevas oportunidades en otras ciudades, pero las tres mujeres prefirieron la paz de La Esperanza. “Nos quedamos por ella. Zoila amaba el campo. ¿Qué iba a ser de ella sin sus animalitos?”, recuerda Mariana y no se cansa de describir cómo su hermana, cada mañana, abrazaba a sus gallos y cuyes y los llenaba de besos.
Cuando la encontraron, Zoila estaba sin vida dentro de una ‘mediagua’ junto a uno de los terrenos donde sembraban maíz y aguacates. Su cuerpo había sido arrastrado y escondido. Las manchas de sangre habían sido cubiertas por tierra. Mariana cuenta que a eso de las 09:00 de ayer, su madre notó la ausencia de Zolia, quien había salido temprano a buscar granillo para los pollos. Fue a la casa de otro de sus hijos para que le ayudara a buscarla.
Abrieron la puerta de la bodega que había sido atrancada y la vieron. Tenía 22 puñaladas. Todo su cuerpo estaba lacerado, en especial las costillas, el pecho y el cuello. El reporte de la autopsia revela que la causa de la muerte fue hemorragia aguda externa por laceración de arteria carótida derecha, es decir una herida en la yugular.
Mariana cuenta que la Policía que investiga el caso averiguó sobre enemistades o problemas y lo único que se les vino a la mente fue un inconveniente que su familia tenía con unos vecinos. “Ellos vivían en un terreno de atrás y había problemas porque no tenían acceso a la vía principal y debían cruzar por nuestro terreno. Siempre los veíamos. El hijo mayor de la señora hace un mes le amenazó de muerte a mi mamá con una pistola de juguete. Otra vez incluso la asaltaron”, recuerda.
Cuando la Policía escuchó su versión fue en busca del joven, quien negó estar implicado y permitió que los uniformados ingresaran a su casa para buscar evidencias. No las hallaron. Pero minutos después, uno de los agentes encontró en una quebrada cercana ropa que pertenecía al joven. La camisa y el pantalón estaban ensangrentados. El menor de edad fue detenido mientras dura la investigación. La audiencia de flagrancia se llevó a cabo en Tabacundo.
“Al parecer mi hermana lo encontró en el terreno y le llamó la atención, porque él acostumbraba coger nuestros aguacates. Según lo que nos dijeron, al parecer primero le golpeó con una varilla en la cabeza, luego fue a la casa tomó un cuchillo y la hirió. Su cuello parecía un rosario”. Zoila tenía una hija, de 45 años, que vive en España.
El muchacho llegó al barrio hace unos dos años junto a su madre y un hermano menor. La tarde en la que lo detuvieron, el joven no cruzó frente a la casa de Zoila, por donde usualmente pasaba varias veces al día. Fue a retirar a su hermano de la escuela y cambió la ruta.
La familia planea contratar un abogado particular para poder presionar y que se haga justicia. El presidente del barrio propuso una reunión para tomar cartas en el asunto y pedir ayuda a las autoridades, según familiares de la víctima relataron a este Diario, hoy en Medicina Legal.
Zoila está siendo velada en la casa comunal y será enterrada en el cementerio de la parroquia a las 16:00 de mañana, miércoles 18 de noviembre. Apenas el mes pasado, Zoila había empezado a aprender a escribir su nombre.