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José Luis Perales recordó los buenos momentos de los setenta

Redacción Espectáculo
espectáculo@elcomercio.com

Las últimas estrofas de Un velero llamado Libertad despidieron a José Luis Perales, mientras Verónica Alarcón y su esposo seguían cantando entre el público. 

El viernes pasado, varias generaciones se reunieron en el coliseo General Rumiñahui, en Quito, para cantar éxitos de los setenta, junto a uno de sus mayores exponentes: Perales. “Desde hace como 30 años que escucho esta música.  Todas son canciones son dedicadas  al amor y por eso me encantan”, dijo Alarcón, después de una hora y media de escuchar  hits como Para vosotros canto, Y te vas, Quisiera decir tu nombre, Le llamaban loca...

Entre la localidad de preferencia, un grupo de 10 mujeres de  unos 50 años cantaba a gritos los versos de Perales.     El concierto del viernes las reunió para recordar los buenos momentos. “Somos de Loja y nos conocemos desde la escuela...”, dijo una de ellas que omitió  su nombre. “Nos reunimos para escuchar a este poeta de  tres décadas”.

Aunque el coliseo no se llenó de gente (la parte de atrás del escenario estaba vacía), las canciones de Perales parecían entusiasmar a los presentes. Entre ellos, Gonzalo León, de 13 años, coreó junto a  sus padres y su hermano menor, el tema América, que dijo saberse  de memoria desde “chiquitito”. Su madre,  Cristina Camacho,  disfrutó de todas las canciones del recital, que  le recordaron  buenos momentos.  

Algunos jóvenes aprovecharon el concierto de Perales para  compartir un buen momento con sus padres. Así lo hizo  Camilo Tinte,  de  23 años, quien invitó a su madre, doña  Marianita del Castillo . Pero en este caso, el hijo fue el fanático del cantante español.  “A mi hijo le gusta  más que a mí, por eso le acompañé”, dijo la madre.

Rodeado de una iluminación azul, José Luis Perales agradeció al público por ser “un coro bien afinado”, comentario que disfrutó la señora Ligia, de 68 años. La mujer asistió con su hermana, su cuñado y sus sobrinos, en total fueron ocho personas.

Los temas románticos como Te quiero y  Amor lo disfrutaron la pareja de novios Ana Dávila y Fernando Guerra. Pero cuando Perales interpretó  Que canten los niños, el padre Graciado Mazón, sacerdote de la iglesia de la Quito Sur, la coreó con el mismo énfasis que los demás. El concierto cerró a las 23:00.