Los niños de sexto grado de la Escuela Primaria Shichigo, de Séndai, imaginan su ciudad segura ante los sismos. Foto: Betty Jumbo / EL COMERCIO
Que los japoneses están un paso adelante en el futuro, puede ser cierto. Su minuciosa preparación para enfrentarse en 30 años a un posible gran terremoto con epicentro en Tokio es el hecho más palpable.
Los técnicos y autoridades niponas creen que hay de 70%
a 80% de probabilidades de que su capital sufra ese sismo.
Masato Komatsu, consejero de Gestión de Riesgos del Gabinete de Respuesta a Emergencias de Japón, lo describe de esta manera. Será mayor al de 9.0 grados en la escala de Ritcher, registrado el 11 de marzo del 2011 en el este de Japón, y que estuvo acompañado de un tsunami, el cual acabó con la vida de 20 000 personas y dejó 7 500 desaparecidos.
En una amplia pantalla de la sala del Gabinete de Respuesta se muestra un video de la simulación sobre los daños que podría causar este posible terremoto. Se observa cómo se destruyen edificios y viviendas, se cortan las carreteras y se pierden las comunicaciones. Y luego aparece un tsunami, que en algunas zonas alcanzaría una altura de 12 metros.
Este video -en idioma japonés- es difundido a la población para que conozca lo que podría pasar en tres décadas más. Se extrema en la prevención -dice Komatsu- porque en el sismo del 2011 (exactamente hace seis años), los daños fueron muy superiores a las estimaciones que se habían hecho.
Desde el ‘Gran Terremoto del Este’, como llaman al desastre del 2011, se empezaron a revisar los planes de prevención y se desarrolla un complejo proceso de preparación de sus habitantes.
Por ejemplo, los nipones disponen de un parque de simulación de desastres y de una ciudad entera dedicada a la investigación para mejorar y reforzar el sistema de construcción de viviendas, edificios, puentes y toda la infraestructura pública y privada.
Esas experiencias serán compartidas la siguiente semana en Quito, durante el seminario Terremotos y Tsunamis en Ecuador y Japón, y en el taller Avances recientes en terremotos, tsunamis y monitoreo volcánico; y evaluación y reducción de riesgos de desastres en América Latina.
Cuatro científicos japoneses y sus pares de Ecuador, Colombia, Perú, Chile y México hablarán sobre cómo cada país se alista para los terremotos y tsunamis, tras la ejecución de los proyectos de cooperación, apoyados por la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA).
Todos se reunirán entre el 13 y 16 de marzo en la Escuela Politécnica Nacional. En el caso de Ecuador, el terremoto del 16 de abril del 2016 será parte de las discusiones.
La posibilidad de tener un gran terremoto se experimenta en The Tokio Rinkai Disaster Prevention Park. Este parque fue construido y abierto en el 2010 precisamente para preparar a los habitantes a través de ejercicios de simulación, que se realizan repetidamente. Cada día acuden 1 000 personas, en su mayoría niños de las escuelas, dice Maruyama Koji, director del Parque.
Las prácticas empiezan en un ascensor del edificio del parque, cada persona porta una tableta inteligente que muestra varias interrogantes para resolver situaciones. Cuando se cierran las puertas se siente un movimiento y suena la alarma de la ocurrencia de un terremoto. De ahí en adelante, todo parece que fuera real. Se evacúa el ascensor por un pasillo oscuro, pues se ha ido el servicio de energía eléctrica y cuando se logra salir a las calles solo hay ruinas y escombros de los edificios destruidos.
El uso de la tableta es imprescindible para encontrar el camino hacia un refugio o albergue. Cada respuesta a las preguntas recibe una calificación y de alguna manera el puntaje final (sobre 100) que se obtenga significa las probabilidades de sobrevivencia. De esa forma se aprende cómo se debe actuar y qué errores hay que corregir, comenta Koji.
El parque de 13,2 hectáreas es también una especie de cuartel general, porque en el caso de que se presentara un desastre ahí se concentrarán los servicios de socorro y asistencia, como bomberos, policías y otros organismos de auxilio.
Acostumbrados a una estricta y segura planificación constructiva, los nipones tienen su propio ‘Silicon Valley’ en la ciudad de Tsukuba, a 55 km de Tokio para desarrollar las investigaciones de construcciones sismorresistentes.
En el Instituto Internacional de Sismología e Ingeniería Sísmica investigan las técnicas más adecuadas para construir edificaciones seguras y de alta calidad. Las estructuras que diseñan son puestas a prueba de sismo, en un laboratorio donde se simulan terremotos.
Cuando las normas están listas, las recomiendan a las autoridades para que los habitantes construyan de esa manera.
Takeya Kimio, asesor de la Presidencia de JICA, resume así la política preventiva japonesa: “Un dólar de inversión preventiva puede ahorrar USD 7 en la reconstrucción”.