La ID prepara su retorno, con apoyo de Rodrigo Borja

El 27 de febrero la ID recolectó firmas en Otavalo, junto al expresidente Rodrigo Borja. Foto: Francisco Espinoza/ El Comercio

El 27 de febrero la ID recolectó firmas en Otavalo, junto al expresidente Rodrigo Borja. Foto: Francisco Espinoza/ El Comercio

El 27 de febrero la ID recolectó firmas en Otavalo, junto al expresidente Rodrigo Borja. Foto: Francisco Espinoza/ El Comercio

En la oficina de Wilma Andrade, cada atardecer empieza el ajetreo. Militantes de antiguos y los de las Juventudes de la Izquierda Democrática (ID) organizan allí cajas que llevan 5 000 afiliaciones, divididas en 25 carpetas, con 100 hojas cada una.

Los voluntarios revisan que las adhesiones estén legibles y que cada hoja esté firmada por un delegado o por Andrade, representante legal del partido que busca reinscribirse luego de que en el 2013 se hiciera oficial su extinción.

Las elecciones del 2017 no le quitan el sueño, dice Andrade, quien además será la presidenta nacional del partido cuando se complete el proceso. Ahora, la prioridad es tener todo en orden para el jueves estregar 300 000 afiliaciones al Consejo Nacional Electoral (CNE) que han reunido hasta el momento. Luego tienen previsto entregar más. El requisito es de 175 000.

En la oficina todo es naranja con impresiones negras. Este es el único partido que decidió reinscribirse conservando su identidad en el nombre, el número de la lista (12) y el color.

Lo hace porque es parte de su patrimonio, según el analista Luis Verdesoto, quien sostiene que la militancia de la ID tiene orgullo de su historia, porque tiene a su haber “uno de los gobiernos más serios de la democracia. No tiene necesidad de mimetizarse en el momento actual ni de perder su historia, porque está orgullosa de ella”.

Andrade sostiene que la idea es resaltar los valores históricos de la ID, fundada como partido en 1978, y no camuflarse en otros nombres o pasar a ser movimiento. Recuerda que la ID fue la primera en tener una bandera, un jingle y un color identificativo y ahora volverán con ese bagaje.

La figura del ex presidente Rodrigo Borja, líder histórico del partido, ha sido vital en este proceso. Todo empezó cuando a mediados del 2014, los miembros del partido de Quito y otras provincias le pidieron a Andrés Vallejo, líder de la vieja guardia de la ID, que les autorizara a reactivarla.

En esa reunión le solicitaron a Andrade encargarse del primer sondeo para saber si podrían hacerlo con éxito. Recuerda que su primera visita fue a Guaranda y que a la reunión llegó gente, incluso de cantones vecinos, luciendo camisetas y banderas de la ID ya descoloridas y gastadas por el paso de los años.

Tras el éxito del recorrido, se convocó a una asamblea constitutiva, en el CNE. Borja fue invitado pero no confirmó la asistencia. El 25 de enero del 2015 él sorprendió a sus seguidores al llegar a la reunión.

El único pedido que Borja hizo para apoyar la iniciativa fue que los jóvenes sean protagonistas del renacimiento del partido que lo llevó a Carondelet en 1988. Sus compañeros lo consideran “el deber ser de la política”, así que aceptaron la idea y así, él se transformó en el afiliado número uno.

Acompañó a las concentraciones para afiliar militantes en Guayas, Manabí, Santo Domingo, Pichincha e Imbabura. Hace dos semanas Borja fue con Andrade y con Paco Moncayo a Otavalo.

Este último no se ha afiliado aún pero ha acompañado a los líderes en el proceso de renacimiento del partido con el que llegó a la Alcaldía de Quito. Los que sí se volvieron a inscribir en sus filas son Andrés Vallejo, Wilfrido Lucero, Gonzalo Ortiz, Guillermo Landázuri, Marcelo Farfán, Jorge Sánchez, etc.

Representando a la renovación está Sebastián Ibarra, un joven de 26 años que está a punto de graduarse de abogado y preside las Juventudes de la ID. Trabaja en un estudio jurídico mientras hace su tesis, pero desde el final de la tarde se concentra en revivir el partido del que tiene pocos recuerdos pero que le marcó cuando escuchó una conferencia de Borja en su universidad.

Para él, la ID puede fortalecer los valores políticos del país, que considera desgastados y se ha empeñado en despertar la escuela de formación política y generar nuevos espacios acordes con la época.

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