La política exterior del Ecuador va encerrando al país en un espacio más pequeño y alejándolo progresivamente del mundo globalizado. El fracaso de la política comercial ecuatoriana no puede ser más evidente; las exportaciones sufrieron un descenso notable en el 2009 -5 billones menos que en el 2008-y si bien existen factores exógenos como la crisis mundial y el precio del petróleo, la caída es también resultado del detrimento de la inversión y la pérdida de mercados. El problema no es menor en un país dolarizado como el nuestro. Por definición, el Ecuador debería profundizar su apertura para apuntalar su esquema monetario que actúa como un pivote de la economía. Sin embargo, las políticas económicas y comerciales del Régimen van en la dirección contraria; en lugar de ampliar y diversificar mercados, los contrae y limita. Es difícil comprender, por ejemplo, como un país dolarizado como el Ecuador -necesitado, por lo tanto de dólares-, pueda adoptar el sucre como una moneda regional para aquellas transacciones de dudoso beneficio que se realizan al interior del Alba.
El último Canciller habló insistentemente de la profundización del comercio y puso, como ejemplo la desgravación unilateral de miles de productos con Brasil y Argentina -países que difícilmente compran al Ecuador-, la profundización del comercio con Cuba -una broma de mal gusto- y el inicio de conversaciones comerciales con Canadá y EE.UU –los mismos países a los que el Ecuador quiere fuera de la nueva OEA–. Adicionalmente, el Ecuador abandonó la mesa de negociaciones para un tratado de libre comercio con la Unión Europea (UE), el mercado más importante para nuestras exportaciones no petroleras. Como ha sido comentado, el acuerdo de libre comercio con la UE otorgará ventajas inconmensurables a Perú y Colombia y debilitará, de manera indirecta, al Ecuador.
Entretanto, el mercado norteamericano no luce demasiado promisorio. Luego de haber abandonado las negociaciones del TLC en la época de Palacio con arrogancia, ignorancia y muchos prejuicios, el Ecuador se volverá más dependiente de los EE.UU. Nuestro acceso futuro a dicho mercado, sin embargo, pende de un hilo: la renovación del sistema de preferencias del Atpdea y el SGS que pierde auspicios todos los días. Algunas veleidades de política exterior como el bobo acercamiento a Irán, la declaratoria de ilegitimidad de la deuda externa, las confusas relaciones con las FARC, el respaldo a la “Internacional Socialista” de Chávez, entre muchas otras cosas, generan enorme desconfianza.
En el mundo globalizado de hoy no es necesario estar rodeado de agua para ser en una isla muy parecida a Cuba; bastan políticas contaminadas de prejuicios ideológicos, temores e inexperiencia.