Redacción Guayaquil
Para los vecinos de l Azuay y la sexta, en el suroeste de Guayaquil, es común ver un montículo de basura en la calle. Tarrinas y hasta pedazos de llantas viejas resaltan entre los desperdicios amontonados.
Cerca, en un terreno baldío, la maleza crece en los charcos de agua que se formaron tras las últimas lluvias. “A las 18:00 esto es insoportable. Del monte y el agua que escurre la basura salen muchos mosquitos. No queda de otra que encerrarnos”, cuenta Emilio Encalada, morador del sector.
En esa zona del Suburbio se presentó uno de los casos más recientes de dengue hemorrágico. Un niño de 10 años presentó los síntomas y fue hospitalizado. Sin embargo, los habitantes del lugar se quejan por la falta de fumigación.
Según datos de la Dirección de Salud de Guayas, hasta ahora se han reportado 27 casos de dengue clásico, cuatro de hemorrágico y 14 casos por confirmar.
Eduardo Verdesoto, encargado de esa dependencia, dice que la cifra es mayor al invierno pasado. “Hay un incremento del 20% de los casos. La falta de recolección de basura agrava la situación”.
Pero las cifras son mayores en toda la Costa. Según el subsecretario de Salud del Litoral, Marcelo Aguilar, en lo que va del año se han reportado 168 casos de dengue clásico. El Oro encabeza la lista con 121. Pero Guayas, específicamente Guayaquil, tiene más casos de dengue hemorrágico.
Los últimos cuadros de la enfermedad se registran en zonas populares como la Isla Trinitaria, Bastión Popular y el Suburbio.
En una de las salas del Hospital Francisco de Ycaza Bustamante, los niños afectados por la enfermedad se recuperan. Patricia Parrales, directora de la casa de salud, asegura que hasta el viernes atendieron a 18 niños con dengue. Y en lo que va de esta semana recibieron nueve casos más.
En la cama 14 de la sala de epidemiología, el pequeño Néstor descansaba ayer. Los síntomas que presentaron son vómito, fiebre, dolor y síntomas del dengue hemorrágico. Esto luego de una semana y media desde que dejó su casa en Azuay y la sexta por una camilla en el hospital.
Kevin (13 años) fue internado el martes. Su madre, Sandra Segura, cuenta que un vecino del lugar donde vive, (Babahoyo y Sedalana) tiene pozos de agua en su patio. “Por el barrio no llega la fumigación, eso nos perjudica”.
Los vecinos de El Cisne II, en el suroeste, también se quejan por la falta de fumigación. El parque de la calle D y la 13 se ha convertido en criadero de mosquitos.
Una capa de agua verdosa cubre la vereda frontal. Sobre el agua, Abel Machuca observa cómo las larvas se mueven. “Tengo que salir con mi machete a quitar el monte. Aquí el agua se estanca porque no hay alcantarillas”.
El director general del Servicio Nacional de Control de Enfermedades Transmitidas por Vectores (SNEM), Raúl Velóz, asegura que las acciones preventivas se realizan según una planificación.
Según detalla, por ahora las brigadas laboran en doble jornada en los sectores prioritarios, ubicados en zonas periféricas. Estos grupos realizan actividades de fumigación, rociado, aplicación del larvicida y promoción de salud.
El año pasado, según datos del área de epidemiología de la Subsecretaría de Salud del Litoral, se registraron 4 904 casos de dengue clásico y seis de hemorrágico en la Costa. Manabí presentó la cifra más alta, con 1 271 enfermos.
El ‘aedes aegypti’
El mosquito trasmisor del dengue se reproduce en charcos de agua, por lo que es recomendable tapar los reservorios.
Los antinflamatorios son peligrosos porque bajan las defensas y podrían convertir el dengue clásico en hemorrágico.
Los larvicidas ayudan a prevenir la presencia de los mosquitos en áreas con maleza.