En el sitio web de noticias falsas Ecuadorinsensato.com leemos que Alberto Acosta ha decidido cambiarse de raza con el mismo cirujano que logró ‘blanquear’ a Michael Jackson; que un famoso movimiento juvenil ahora se llama Ruptura de los 35; que un grupo de personas ‘verticalmente incapacitadas’ ha demandado a Rafael Correa por discriminación; y que la Sociedad Deportiva Aucas ha vuelto por Decreto a la serie A para cumplir con los principios constitucionales de equidad étnica y discriminación positiva.
Pero aunque quienes producen esa página seguramente buscan hacernos reír, su intento tiene pocas posibilidades de éxito, por la sencilla razón de que la realidad en nuestra Patria siempre ha sido más increíble y cómica que lo que podría imaginar hasta el ingenio más inspirado.
El novelista Juan Manuel Rodríguez ha afirmado, en ese sentido, que la mayor dificultad que enfrenta todo escritor ecuatoriano es intentar superar en la ficción el casi inconcebible drama que nos ofrece la vida cotidiana.
Ningún escritor, por ejemplo, podría haber inventado con éxito un personaje tan contradictorio como nuestro Presidente, que está cumpliendo tres años en el poder, ni una historia tan inverosímil como la que ha ocurrido desde 2007.
¿Un profesor socialista, que enseñó durante una década en la universidad más reaccionaria del país, elegido Presidente de la República después de apenas 100 días de caótica experiencia en funciones ejecutivas? Increíble.
¿Un católico practicante que odia como endemoniado a cualquier persona que ose hacerle sombra? Inconsistente.
¿Un supuesto socialista-ecologista-moralista que traiciona y desacredita a los socialistas-ecologistas que lo acompañaron, que desprecia a los ‘tontos honestos’, y que solo es fiel a Alexis
Mera y Vinicio Alvarado, seguramente los menos rojoverdes (y sin duda los más inteligentes) de su equipo de gobierno? Incoherente.
Ningún lector se hubiera creído una historia así y ningún editor habría aprobado semejantes barbaridades.
Igualmente, ningún humorista se habría podido inventar chistes como los que salieron de la Asamblea Constituyente en forma de propuestas (cambiar
el Escudo, derecho al placer sexual…) y de artículos constitucionales (sumak kawsay, derechos de la Pacha Mama…).
Y ningún escritor satírico hubiera podido superar, aunque lo hubiera intentado con ganas para burlarse de la izquierda posmoderna, el asombroso texto del preámbulo de la Constitución (“Nosotras y nosotros, el pueblo soberano…).
Así que no nos queda más que aceptar que tenemos la inmensa suerte de vivir en este lugar maravilloso donde la realidad siempre será mejor que la ficción.
Tomado de Diario La Hora