Aventuras, alegrías y nuevas experiencias. Así resume Valentina F. a su viaje de intercambio a Alemania. Ella es parte de los 33 estudiantes del Colegio Alemán que viajaron al país europeo en estas vacaciones.
La experiencia consiste en que los chicos se vinculen a una familia y compartan con ellos su forma de vida. Lo que ayuda a que los chicos adquieran nuevos conocimientos.
La experiencia de Valentina F. de 15 años
En este momento estoy formando parte de un intercambio cultural y de aprendizaje, organizado por el Colegio Alemán de Quito y coordinado por una asociación llamada Humboldteum. Esto se realiza cada año, con los estudiantes de tercer curso de mi colegio, que desean participar de esta linda experiencia.
Durante seis semanas cada alumno permanece en un pueblo con una familia anfitriona. El pueblo en el que yo vivo se llama Langenzenn, es pequeño, y está en el estado de Baviera.
Es un lugar seguro, y en su alrededor, se encuentran otros pueblos con los cuales se complementan. Cada uno tiene diferentes servicios para atender a la gente, por ejemplo: instituciones educativas, y en el vecindario en el que estoy se encuentra una.
En Hofburg Wien
Mi nuevo colegio tiene una sola estructura y las áreas verdes son muy escasas. Mis compañeros de clase son amigables, mis amigas cariñosas y los profesores amables. Aquí soy una estudiante más, por lo cual tengo que trabajar, hacer deberes y estudiar para las pruebas, aunque las notas no cuentan para mi libreta ecuatoriana.
Mi hermana de intercambio es un año mayor a mí, y debido a eso, me encuentro en un curso superior al que me corresponde en Ecuador.
Personalmente, la técnica de enseñanza que utilizan me parece repetitiva y poco interactiva, y, tomando en cuenta que es un idioma diferente al mío, ya que hablan en alemán. Es muy complicado concentrarme.
Mis expectativas sobre este intercambio, aparte de conocer mejor la cultura, mejorar mi nivel de alemán y hacer nuevos amigos, es decidir si quiero estudiar la universidad alemana. Gracias a las experiencias que obtenga y tomando en cuenta que no todo será maravilloso.
Familia anfitriona, en Langenzenn
Lo mejor que me ha pasado ha sido conseguir amigas rápido y sentirme bien en mi entorno escolar. También me he enfrentado a cosas no tan positivas. Lo más difícil es la comunicación. Aunque entiendo no alcanzo a responder en el momento preciso.
Por otro lado, mi acoplamiento a mi familia anfitriona al principio fue fácil, sin embargo, mientras más pasa el tiempo, extraño más a mi familia de Ecuador. Con ellos me comunico a diario con mensajes o videollamadas.
Mi familia alemana me lleva a conocer diferentes lugares turísticos y restaurantes de comida típica durante los fines de semana. En las tareas de limpieza de casa ayudamos todos, pero mi dormitorio y el lavado de ropa me corresponde a mí.
Mi hermana de intercambio es hija única, pero, tiene una perrita Golden Retriever a la que quieren mucho. Cuando salimos, la llevamos también a ella, por lo que antes de elegir un destino, siempre hay que investigar si se permiten mascotas.
En casa, hasta ahora no me han impuesto ninguna regla, pero para que no haya problemas, las reglas de Ecuador las utilizo también aquí.
De lunes a viernes no hay mucho que pueda hacer. La razón es que los papás trabajan y mi hermana tiene su rutina diaria. En las tardes ella asiste a un curso de baile. Lastimosamente, es una actividad en la que no puedo participar debido a que tiene una presentación cercana.
Mi familia anfitriona son muy atentos conmigo, se preocupan de que todo esté bien, y que disfrute el tiempo que tengo en Lengenzenn.
Este intercambio es algo que, hasta ahora, me ha cambiado. Me ha enfrentado a cosas buenas y malas. Todo lo que pasa me sirve de aprendizaje.
Ya ha pasado la mitad del tiempo desde que estoy en Alemania, y espero que lo que viene sea igual, o aún mejor.
Paseo de fin de semana, El danubio en Regensburg