La insuficiencia renal ataca con más frecuencia al hombre

Stalin Matute, de 30 años, en una de las jornadas de hemofiltración en el IESS Quito Sur. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.

Stalin Matute, de 30 años, en una de las jornadas de hemofiltración en el IESS Quito Sur. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.

Marianita Pillajo, nefróloga del HCAM, revisa a José Jácome, que tiene insuficiencia. Foto: Víctor Muñoz/ EL COMERCIO.

Acostado, en una pequeña cama, el treintañero Stalin Matute espera que la máquina conectada a su brazo elimine el 70% de las toxinas de su cuerpo. Durante cuatro horas, el aparato limpia 16 veces su sangre; hace la función que cumplían sus riñones antes de encarar la insuficiencia renal.

Esta patología está en el listado de enfermedades consideradas catastróficas por el Ministerio de Salud.

¿En qué casos se presenta? Cuando los riñones, que se ubican a los lados de la columna vertebral, pierden su capacidad de filtrar desechos.

Así le ocurrió a Stalin, a quien le detectaron la dolencia en junio del 2018.

Después de un viaje -relata- sintió un fuerte dolor estomacal, por lo que acudió al Hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) Quito Sur para pedir un calmante y retornar a su casa.

Pero sus planes no se concretaron. Los médicos lo internaron de urgencia y desde ese día lo conectaron a la máquina dializadora. En Ecuador, las autoridades de Salud calculan que cerca de 10 000 personas están en tratamiento de hemodiálisis y diálisis peritoneal. Representa una tasa de 660 casos por cada millón de ecuatorianos.

En el 2017 se registraron 20 182 egresos en el sistema de salud de pacientes con daños en los riñones; 10 229 fueron por insuficiencia renal, siendo los hombres los más afectados (ver gráfico). Eso dice el Anuario de Estadísticas de Salud 2017, publicado por esta Cartera de Estado.

Al área de diálisis ubicada en el Hospital del Seguro Social Quito Sur llegan 33 personas en cada uno de los tres horarios disponibles por día. Las sesiones se realizan seis de los siete días de la semana.

Este número de pacientes es alto, según José Luis Santana, nefrólogo y coordinador del área. El galeno explica que se trata de un mal silencioso que se presenta solo cuando ya hay un daño irreversible del riñón.

“Hay personas con daño renal que aún no se han percatado que lo sufren”, señala el galeno, con tres años como especialista en Nefrología.

Stalin está en este grupo de pacientes que no tuvo síntomas de daños renales. Ahora, el joven ingeniero batalla con la enfermedad. Tres veces por semana (lunes, miércoles y viernes) acude al IESS Quito Sur, para realizarse una hemofiltración, terapia de reemplazo renal, muy similar a la hemodiálisis.

En ese espacio, Stalin se encuentra con Jonathan Gualotuña, de 23 años. Al joven le detectaron una falla renal en el 2013, cuando tenía 18. No sentía ninguna molestia, pero sus riñones ya estaban deteriorados.

Durante cinco años pasó con dietas y medicina, pero no era suficiente, debía realizarse una diálisis. La primera llegó en el 2018. Depender de una máquina no es fácil, ya que durante cuatro horas, de 06:00 a 10:00, debe esperar a que su sangre se limpie de todas las toxinas. Luego de ello acude a su trabajo como jefe de operaciones en una empresa de seguridad.

Stalin Matute, de 30 años, en una de las jornadas de hemofiltración en el IESS Quito Sur. Foto: Galo Paguay/ EL COMERCIO.

Adicionalmente debe cuidarse en la comida, es decir, no puede ingerir sal o agua en exceso. Lo explica el nefrólogo.

En los países desarrollados, las enfermedades renales son una de las patologías más frecuentes. En Ecuador es la cuarta causa de mortalidad general y una de las más costosas.

Una persona con insuficiencia renal requiere de 14 sesiones de diálisis, cada mes y medio, para mejorar su calidad de vida. El costo de una hemodiálisis alcanza, por ejemplo, USD 300 y una hemofiltración, USD 600. En total una persona necesitaría entre USD 4 200 y  8 400 cada seis semanas.

La mayoría de las fallas renales aparece producto de una diabetes o hipertensión mal tratadas. También por males congénitos como la hipoplasia renal (riñones pequeños).

José Jácome, de 50, está en el primer grupo. Hace 20 años le detectaron diabetes.

Por la falta de control de esa enfermedad se le desencadenó la insuficiencia renal. Por eso, la funcionalidad de sus riñones se redujo a menos del 15%. Tomando en cuenta que estos órganos son los que más trabajan en el cuerpo humano.

Pese a que es una de las enfermedades más devastadoras sí se la puede prevenir. Lo recalca Gladys Iza, coordinadora del servicio de Nefrología y Hemodiálisis del Quito Sur.

¿Cuáles son las medidas? Reducir, dice la especialista, el consumo de la sal en los alimentos y realizar una actividad física constante.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) fijó el segundo jueves de marzo como el Día Mundial del Riñón. Es una de las acciones para difundir la importancia de la prevención. Esta vez será el jueves 14.

Marianita Pillajo, nefróloga del Hospital Carlos Andrade Marín, del Seguro Social, coincide en que es necesario prevenir. “Si se identifica la hipertensión o diabetes es necesario chequearse para que no aparezca la insuficiencia renal y posteriormente la única solución sea un trasplante”.

Richard Zúñiga, de 30, tuvo en el 2013 una falla de riñón fulminante. Luego de varios años de diálisis necesitó un trasplante. En enero llegó esta cirugía y su “vida cambió”, señala el comentarista de fútbol.

Ahora ya puede consumir alimentos con sal y beber agua en abundancia. Incluso -dice- ya puede orinar normalmente. Antes era difícil. “Me siento maravillosamente”.

Esa sensación también quieren vivirla Stalin y Jonathan. Ellos anhelan ingresar este año a la lista de espera y acceder a sus nuevos riñones.

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