Así lucen los ductos del convento ubicado en el Centro Histórico, mientras los reparan. Foto: Diego Ortiz / EL COMERCIO
Cuando las monjas del Carmen Bajo descubrieron este año unas catacumbas en el subsuelo de su monasterio, decidieron adecuarlas para luego recibir a turistas. Su plan era inaugurar el espacio a mediados de septiembre y, con los fondos obtenidos, financiar el mantenimiento del convento.
Habían avanzado en la limpieza y en la conexión del sistema de iluminación cuando descubrieron una inundación en las galerías. A las carmelitas descalzas les sorprendió “una laguna, pero de (agua de) cañerías y unos olores fortísimos”, según la hermana Raquel de Santa Teresita y San José.
Ella relata que detectaron el problema en agosto, después de que pasara la tuneladora Luz de América por debajo del edificio ubicado entre Venezuela y Olmedo, señala la religiosa. Según sus cálculos, el recorrido de la maquinariafue a la altura del patio de los naranjos del monasterio.
No recuerda la fecha exacta, pero supone que el daño ocurrió un día en el que las tres hermanas salieron y tampoco estaban los trabajadores que preparaban las catacumbas para abrir la ruta turística.
Tras el susto, se contactaron con el Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP), dijo la hermana. Pero la directora del IMP, Angélica Arias, señaló que “los daños están fuera del paso de la línea del Metro y tienen que ver con unas humedades existentes hace años y que la Orden no ha reparado”.
En un comunicado, el Municipio indicó que el IMP evaluó las edificaciones en el área de influencia de la construcción del Metro y que El Carmen Bajo registraba daños previos. Las tuberías están a entre 3 y 4 metros de profundidad, pero la tuneladora pasó a una “profundidad de 10 a 15 metros, hacia el noroccidente, por la esquina exterior de El Carmen Bajo, por lo que no tuvo ningún impacto en lo que el IMP llama subsuelo inmediato”, donde están las tuberías afectadas.
Ahora, expertos continúan reparando las catacumbas. Según la religiosa, a la gente del IMP “le costó mucho encontrar el daño, porque son galerías antiquísimas”. Supone que por eso no resistieron el paso de la tuneladora.
Esa serie de galerías subterráneas se inicia en la calle Manabí y continúa hasta la Olmedo. Se calcula que se extiende por unos 150 metros en la parte afectada y que todo el recorrido llegaría a unos 250 metros.
Antiguamente, este ducto era un paso para las mulas de carga. Se espera que al finalizar las obras, se convierta en un espacio para que los turistas conozcan algo más de la historia.