Dos pilares de un acceso al sexto piso del Instituto Geofísico, donde funciona el área de sismología, se cuartearon por el sismo del 12 agosto en Quito. Foto: Bolívar Velasco / EL COMERCIO
El sismo de 5.2 grados a la escala de Ritcher no inmutó a Javier Santo. Cuando sintió el bamboleo del edificio del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, solo giró la cabeza para ver cómo corrían sus compañeros del área administrativa.
Pero Santo siguió frente al monitor del sistema (seiscomptres) que registra los datos de los sensores sísmicos localizados en Quito, en la capital del Ecuador.
Él es parte del equipo de 15 personas que monitorea la actividad sísmica del país. En el Geofísico ellos son los únicos que no evacuan cuando ocurren movimientos telúricos.
Mientras estos se dan y otras personas sienten temor, los técnicos tienen que verificar la magnitud, la hora y la localización de los temblores para difundir la información en menos de cinco minutos.
El director de la institución, Mario Ruíz, dice que no es una imposición que se queden en sus puestos trabajo durante los temblores. No obstante, señala que por la obligación de sus funciones los técnicos prefieren no abandonar sus sitios.
Los otros 60 funcionarios de las áreas administrativas y de vulcanología deben salir hacia una explanada de la parte baja, según un protocolo de evacuación ante eventos naturales que tiene esa entidad.
Foto: Bolívar Velasco / EL COMERCIO
Para Javier Santo, sentir los sismos como el del 12 de agosto de 2014 es como una suerte de herramienta de trabajo. Ese día el inmueble se movió de sur a norte y causó daños en la estructura.
Dos pilares de un acceso al sexto piso, donde funciona el área de sismología, se cuartearon al igual que el vidrio de una de las puertas.
La recepcionista Lilian Tipán asegura que las réplicas del temblor empeoraron los daños. En el edificio no hubo otras novedades pero ante lo sucedido reforzaron las seguridades de los equipos que monitorean los sismos.
Como por ejemplo una pantalla led de cuatro paneles donde se visualizan las imágenes de las cámaras que monitorean los volcanes del país y la información sismológica.
Ese es el aparato más grande del departamento de monitoreo de temblores y abarca la mitad una pared. Daniel Pacheco, otro técnico de sismología, señala que por estos días se debe tener precaución no solo para que las personas salvaguarden su integridad física sino la de sus pertenencias. Eso lo dice porque luego de cada sismo suelen presentarse réplicas indeterminadas como en efecto han sucedido.
El Instituto Geofísico es constante en los monitoreos. El sismólogo Daniel Pacheco, dijo que las 44 réplicas que se presentaron hasta la tarde del miércoles 14 de agosto tuvieron en una magnitud promedio de 4 grados a la escala de Ritcher.
Pacheco aseguró que estos ocurren por una falla geológica que tiene Quito y que se extiende de sur a norte a lo largo de 60 km. Su forma es descendente y cuando entra en actividad la tierra se mueve de oeste a este.
Por eso en los poblados de Monte Catequilla, Calderón, Llano Grande y Llano Chico el movimiento fue más fuerte. Según el Instituto Geofísico, estas zonas están asentadas en una especie de curva.
La herramienta más fuerte del equipo de monitoreo del Geofísico es el software seiscomptres. Es de fabricación alemana y desde hace cinco años detecta automáticamente las señales sísmicas en el Ecuador. El tiempo de respuesta del sistema es de cinco minutos. A este instrumento se suman los más de 12 acelerógrafos, seis estaciones sísmicas y sensores sísmicos que son parte de la red nacional de sismógrafos.