La inocencia perdida

Por mil y un razones el nuestro era un país de los santos inocentes.  Con cada nuevo año o  un nuevo gobernante las esperanzas renacían y siempre para marchar en el propio terreno y volver a lo mismo.  Un país polarizado: unos tantos, poquísimos, que lo tenían todo y en demasía, derechos fundamentales incluidos, y otros muchos, la inmensa mayoría, que a duras penas lograba satisfacer sus necesidades básicas.

Y todo en paz.  Tiempos de muñecos. Bochinches callejeros que no lograban despertarnos de una suerte de beatífica siesta democrática.  Es la interpretación que yo les doy a las movilizaciones que con una rapidez asombrosa nos llevaron a sacudirnos de Bucaram, Mahuad y Gutiérrez.

País polarizado el nuestro.  En las últimas elecciones se enfrentaron Álvaro Noboa, representante de la ultraderecha económica, y Rafael Correa, que significaba el cambio que exigía el humanismo cristiano.  Al fin y al cabo el nuestro era un pueblo creyente y ya era tiempo de que viviéramos cristianamente.  El triunfo de Correa significaba, tuve que admitirlo, que el pueblo ecuatoriano había perdido la inocencia.

Eso de la inocencia tiene repercusiones en todos los campos.  Inocentes  aquellos que creían que ‘la revolución’ la iban a realizar los egresados de universidades mediocres, cuyos bajos niveles académicos eran el resultado de la politización a la que habían llegado.  Incapaces de competir en el momento de la verdad: ganarse el pan  o hacer valer sus ideas, ríos de egresados mal preparados en aquellos desprestigiados centros de educación superior pasaban a engrosar las filas de demagogos como Bucaram, representante de la anticultura según sus propias palabras. 

País polarizado el nuestro: en tanto una de las banderas enarboladas por  Correa era el cambio que también tenía que producirse en universidades y politécnicas, para quienes le antecedieron la universidad no existía en el campo de sus preocupaciones como problema de Estado.

A un pueblo que ha perdido la inocencia ¿qué alternativa pueden ofrecerle quienes se enfrentan a Correa como no ser volver a lo mismo de antes? 

Incluso algunas de las medidas del actual Gobierno, a mi juicio, son pecados veniales en comparación a aquellas que nos llevaron al desastre económico, financiero y moral.  Los criterios del Gobierno referentes a la libertad de opinión y de expresión me parecen inaceptables. 

La libertad de opinión y de expresión ha sido entre nosotros una historia de ángeles y demonios.  Hasta donde doy fe, como no ser  EL COMERCIO,  Vistazo, Ecuavisa, Radio Visión y algunos que se me escapan, del resto poca duda me cabe que defendían intereses contrarios a los del país.  Pese a todo,  yo no podría vivir sin libertad para opinar y expresarme.

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