Redacción Sociedad
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Con la renuncia en cadena del canciller Fander Falconí, de Roque Sevilla y Yolanda Kakabadse, el equipo negociador se desbarató. Así la concreción de la Iniciativa Yasuní-ITT hoy es incierta.
Sus mentalizadores e impulsores insistieron que se trató de un proceso largo y difícil. Incluso al comienzo aparecía como un proyecto utópico. Pero la iniciativa, por su propuesta, convenció a la comunidad internacional.
Ecuador se convertía en el primer país que proponía dejar bajo tierra 846 millones de crudo, reserva calculada en el bloque Ishpingo-Tambococha-Tiputini, en pleno Parque Yasuní.
Tal fue la expectativa que incluso Alemania y España aportaron con 300 000 y 200 000 euros para estructurar el proyecto.
El objetivo mínimo exigido por el presidente Rafael Correa fue de USD 3 500 millones (50% de lo que se recaudaría con la explotación de 846 millones de barriles de crudo). Hasta la actualidad, se suma el 49% de ese monto, mediante las ofertas concretas de Alemania, España, Bélgica, Francia y Suecia , aparte del interés de otros 15 países.
Luego de su lanzamiento el 5 de junio de 2007 se realizaron, al menos, cinco giras de promoción por Europa y Estados Unidos en las que incluso participó el presidente Rafael Correa.
Pero, según Roque Sevilla y Carlos Larrea, presidente y asesor de la Iniciativa Yasuní-ITT, fue necesario encontrar un mecanismo o esquema financiero que garantice la inversión de los fondos a recaudarse. “Para eso se decidió crear un fideicomiso junto con el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD)”, aseguró Larrea.
Sevilla contó que demandó todo un proceso de negociación. Para eso se realizaron 10 reuniones satelitales entre los miembros del Consejo Directivo de la Iniciativa, en Quito, con el buró de abogados de Naciones Unidas, en Estados Unidos.
De acuerdo con la estructura de este fideicomiso, los fondos serán administrados por el PNUD e invertidos exclusivamente en cuatro grandes frentes (ver recuadro). Además, prevé la conformación de un directorio con tres delegados del Gobierno ecuatoriano (uno de ellos ejercería la Presidencia), dos de los aportantes y uno del PNUD.
La firma del fideicomiso estaba prevista para el 18 de diciembre, durante la Cumbre Mundial de Cambio Climático de Copenhague. Así lo anunció la delegación ecuatoriana que asistió a dicha cita. Pero dos días antes, el presidente Rafael Correa hizo serias observaciones.
Entonces se retomaron las negociaciones para hacer los ajustes y Sevilla esperaba firmar el documento a finales de enero.
La debacle ocurrió a partir de que Correa, en su cadena radial sabatina, cuestionó al fideicomiso, al asegurar que “yo di la orden que no se firme porque es una negociación vergonzosa”, por considerar que los países donantes querían imponer condiciones. Eso fue negado por Sevilla.
Esas declaraciones desbarataron al equipo negociador. Primero renunció Yolanda Kakabadse (miembro del Consejo), le siguió Sevilla y ayer fue Falconí.
Ante esto se prevé graves secuelas, sobre todo la pérdida de la credibilidad política en el país. Ayer en entrevista con Radio Quito, Alberto Acosta, uno de los mentalizadores de la propuesta, consideró que “el proyecto ITT podría quedar seriamente afectado. Recuperar la confianza es comenzar de menos 0”.
El ministro de Recursos Naturales no Renovables, Germánico Pinto, indicó que “no está cerrada de ninguna manera la posibilidad de que el crudo del ITT quede bajo tierra”.
Los fondos que generaría la iniciativa ecuatoriana serán invertidos en cuatro frentes
Invertir en el aumento de la eficiencia energética nacional y el ahorro de energía. El objetivo es especialmente la construcción de centrales hidroeléctricas.Los intereses generados serán invertidos en conservación de 40 áreas protegidas del país.
La conservación y deforestación evitada implica a 4,8 millones de hectáreas (38% del total del territorio ecuatoriano). Además, el manejo de 5 millones de ha de zonas naturales en propiedad de comunidades indígenas y afro.
Expansión de la generación renovable de energía, aprovechando el potencial hidroeléctrico, geotérmico, eólico y solar del país. La idea es que a partir de 2020, Ecuador esté libre del consumo de combustibles fósiles.
El desarrollo social de zonas de influencia de los proyectos de la Iniciativa Yasuní-ITT, con programas de educación, capacitación, asistencia técnica y generación de empleo en actividades sustentables, como el ecoturismo y la agroforestería.