Galo Ortega, padre de Javier Ortega, habló ayer (22 de diciembre del 2018) junto a Ricardo Rivas (izquierda), hermano de Paúl Rivas. Foto: Diego Pallero/ EL COMERCIO.
Para llegar a ‘Guacho’, Colombia reclutó a campesinos de la zona montañosa de Tumaco-Nariño. Ellos tenían fácil acceso a la zona rural por donde se movía este disidente de las FARC y su grupo criminal.
Toda la información era recopilada por el Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía colombiana. Así se establecieron 16 zonas selváticas en las que el capo y su segundo al mando, alias ‘Pitufo’, se movían con frecuencia.
Una investigación del El Tiempo de Bogotá dice que 15 colaboradores civiles fueron claves para establecer la rutina del grupo disidente. Así se conoció que el sector en donde se refugiaba ‘Guacho’ era una zona de esteros, cercana al mar.
En septiembre, en ese sector ya se reportaron combates e incluso se dijo que un francotirador había herido de gravedad al jefe de la disidencia.
Los medios locales dicen que después de ese ataque, los armados nunca salieron del sector. Tampoco se fueron los hombres de la Fuerza Pública.
El Tiempo confirmó que la operación de rastreo incluyó la interceptación de al menos 120 líneas celulares. Según la publicación, la presión llevó a ‘Guacho’ a romper sus protocolos de seguridad y a utilizar canales no seguros hasta que lo ubicaron en Llorente (Nariño), donde el viernes 21 de diciembre del 2018 fue abatido “con un certero disparo”.
Esta operación se denominó David. Las Fuerzas Militares colombianas escribieron un mensaje en Twitter y resaltaron esa incursión. “¡Le cumplimos a Colombia!”, dijeron. “Hemos puesto fin a 11 años de carrera criminal del delincuente más buscado en la frontera de Ecuador y Colombia”.
La mañana de ayer, la vicepresidenta colombiana, Marta Lucía Ramírez, llegó a Tumaco, por actividades navideñas. Poco después, su despacho emitió un comunicado y allí advirtió que su Gobierno no dará tregua a los disidentes ni espacio “para sus crímenes”. “Nadie, ninguno, nunca más, puede sentirse por encima de la ley, de la justicia, de la fuerza pública ni de la determinación de los colombianos de acabar con el narcotráfico y con el terrorismo”.
‘Guacho’ era buscado en las dos naciones por la muerte de cuatro militares en la población ecuatoriana de Mataje, por el secuestro y posterior asesinato de Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra; y por el plagio y asesinato de Katty Velasco y Óscar Villacís, la pareja de Santo Domingo.
Además, desde enero perpetró ataques en el cuartel policial de San Lorenzo y en un puesto militar de Borbón.
En Alto Tambo afectó a un patrullero y dejó un soldado herido. En Viche averió una torre de luz y los atentados en El Pan provocaron el desplazamiento de pobladores.
Medios colombianos además aseguraron que el segundo disidente abatido es alias ‘Pitufo’. Documentos judiciales que obtuvo EL COMERCIO dicen que este miliciano recibió en la selva colombiana a Javier, Paúl y Efraín, luego de que fueran interceptados en territorio ecuatoriano.
Según los expedientes, ‘Pitufo’ también ordenó a otros criminales que compraran las cadenas en Llorente, para colocar a los tres y filmar la prueba de vida, que se conoció la madrugada del 3 de abril. Además, estuvo en Quejuambi, a donde fue llevado el equipo de prensa antes de su asesinato en el sector de Los Cocos.
La reacción de Ecuador
Los familiares de Javier, Paúl, y Efraín quieren que se aclare todo. Para ellos, la muerte de ‘Guacho’ no significa una victoria en su búsqueda de justicia. Ayer (22 de diciembre del 2018) hablaron del tema.
“Con la muerte de los dos se va mucha información que debe haber sido muy importante para el esclarecimiento del caso y llegar a la verdad del mismo”, aseguró Ricardo Rivas, hermano de Paúl Rivas.
Los allegados esperan que con estas muertes no se cierren las investigaciones e invitaron a las fiscalías de Ecuador y Colombia a que determinen responsabilidades en todos los niveles y que se abran nuevas líneas de investigación.
Los familiares aún esperan información desclasificada completa de cómo se trató el tema del secuestro.
El padre de Javier Ortega, Galo Ortega, también habló. “En cuanto a la captura, no nos sentimos contentos. Claro que Dios tarda, pero no olvida. Pedimos a las fiscalías de los dos países que nos entreguen la información, porque solo queremos la verdad y que se haga justicia, no otra cosa”.
El Gobierno ecuatoriano, en cambio, “reconoció y agradeció” la acción de Colombia.
“El Gobierno Nacional agradece la acción de las fuerzas del orden de Colombia por haber dado con el paradero del delincuente”, reza un comunicado de la Secretaría Nacional de Comunicación (Secom) difundido ayer.
El documento subraya que “los criminales deben saber que no se pueden salir con la suya cuando los estados y la fuerza pública actúan con contundencia y apego a la ley”.
El Gobierno también dice que el Estado ecuatoriano “no cesará en luchar contra el crimen organizado transnacional” antes de indicar que una treintena de delincuentes vinculados a la agrupación que lideraba ‘Guacho’ se encuentra detenida y guarda prisión en cárceles del país.
El 28 de noviembre, la ministra del Interior, María Paula Romo, dijo que 75 milicianos y colaboradores del Frente Óliver Sinisterra han sido capturados en Ecuador este año.