Con la asesoría legal de varias instituciones, los indocumentados se preparan para quedarse en Estados Unidos, pese a la política de Donald Trump. Foto: EFE.
La pelea es peleando, dice el refrán. Y las organizaciones que protegen los derechos de los inmigrantes sin papeles en Estados Unidos están dando pelea. Tienen motivos para hacerlo: los 17 arrestos dentro de las cortes que ha llevado adelante la administración de Donald Trump desde enero hasta mediados de abril de este año, según reporta The New York Times, conforman apenas una de las señales de que los indocumentados están en problemas. Durante los años 2015 y 2016 juntos hubo 19 de este tipo de intervenciones, a cargo de la Oficina de Inmigración y Control de Aduanas, ICE por sus siglas en inglés (Immigration and Customs Enforcement).
Mientras en estos días Donald Trump está ocupado esquivando los ataques de demócratas, algunos republicanos y la prensa por la información confidencial que compartiera con el embajador ruso, hay otro frente del que quizá también debería ocuparse: las organizaciones que no cejan en su intento de neutralizar su política antiinmigracón. Bajo una modalidad de guerra de guerrillas, paciente y minuciosa, que ataca desde varios frentes, algunas de estas organizaciones no solo buscan debilitar las políticas del nuevo Presidente de EE.UU., sino acabar con su gobierno.
Es el caso de Refusefascism.org, que bajo el lema de: “Rechazamos aceptar una América Fascista” promueve la salida de Trump y Mike Pence de la Casa Blanca. Sus hojas volantes -en las que dan argumentos para su propuesta y comparan a Trump con Hitler, solo que lo consideran aún más peligroso- se pueden encontrar en lugares como la Coalition for Humane Immigrant Rights of Los Angeles, Chirla, a donde diariamente acuden decenas de inmigrantes en busca de asesoría.
No solo en Refusefascism ven a Trump como fascista. Armando Carmona, de la National Day Laborer Organizing Network (Ndlon), lo dice sin tapujos. “Estamos en un momento clave, una coyuntura fuerte con un tipo de neofascismo que está emergiendo desde la extrema derecha de este país. Entender eso y saber cómo funciona es muy importante para nuestra comunidad”, sostiene mientras se toma un café helado en un local cercano a su oficina, ubicada en una zona poblada por latinos en Los Ángeles. Esa es una de las ideas que trató de transmitir Ndlon durante las asambleas que organizó inmediatamente después de la confirmación del triunfo de Trump. Otro mensaje clave: “Decirle a la comunidad que no podemos someternos al miedo, que tenemos que organizarnos para sobrellevar esto. Porque el sistema político no está dispuesto ni está organizándose para ayudar a la comunidad migrante latina”.
Tanto Ndlon como Chirla, dos de las aproximadamente 10 organizaciones grandes que trabajan por los derechos de los inmigrantes en Los Ángeles, apoyaron activamente la primera aprobación de la SB-54 California Values Act en el Senado de California, a cargo del comité de políticas y promovida por el senador Kevin de León. Organizaciones como estas tienen gente cabildeando, en varios niveles, para que aquello ocurra. Sin embargo, Carmona al igual que Jorge Mario Cabrera, de Chirla, saben que la pelea será dura.
Ante el peor escenario, es decir, el arresto y la deportación, Chirla ha armado una guía breve, a la que se accede vía Internet o físicamente en la cual el lema es: “¡Prepárate para quedarte!”; además de darles a conocer los derechos que tienen constitucionalmente los inmigrantes sin papeles en ese país, como a permanecer en silencio, a tener un abogado y a no abrir la puerta a los agente de ICE, les asesoran para que tengan un ‘Plan Familiar’, en caso de que la deportación de alguno de los miembros de la familia no pueda ser evitada.
Sobre este punto, Cabrera -quien minutos antes ha estado siguiendo a través de la computadora de su oficina, con nerviosismo y atención, el debate en el Congreso por la aprobación del sistema de salud estadounidense- da un ejemplo que demuestra cómo el ánimo ha cambiado entre la comunidad inmigrante indocumentada de Los Ángeles. En el 2016, Chirla ayudaba a padres de familia indocumentados a procesar una carta de tutela temporal en caso de que fueran deportados. Esa asesoría era requerida por entre 5 o 10 familias cada trimestre. Este año, después de los operativos de ICE en febrero, la organización atendió a más de 250 padres de familia en una semana.
“Durante los primeros 100 días de Trump (que se cumplieron el 30 de abril) hubo menos deportaciones si se compara con los primeros 100 días de Obama. Sin embargo, el número de detenidos por la administración Trump es mayor en los primeros cien días que en la de Obama”, dice Cabrera. Y continúa: “También se sabe que de los 680 detenidos durante el operativo de ICE de febrero la mitad no tenía ningún antecedente penal; talvez algunos tenían infracciones de tránsito, y no estamos hablando ni de manejar tomado, sino de parquearse mal o de tener un faro roto. Y eso es muy diferente de la administración Obama, en la que se detuvo y deportó a personas con perfil de alto riesgo”.
Como registra en una nota de finales de abril, en Los Angeles Times, la periodista especializada en migración Cindy Carcamo, la base de datos que provee los nombres de inmigrantes que pudieran ser potenciales criminales incluye A niños y bebés; como el de un niño salvadoreño de tres años que fue detenido en Texas y una niña guatemalteca de cuatro a la que le pasó lo mismo en Phoenix. La base de datos, por ejemplo, incluye los nombres de menores que llegaron al país solos, sin ningún acompañante adulto y que se encuentran actualmente en albergues. Todo obedece a un error del programa por la falta de un filtro que tendría que ser aplicado a esas listas.
El miedo entre quienes no están legalmente en el país tiene fundamentos, pero todavía mantiene un perfil bajo. De hecho, aún no se nota o se nota poco en la cotidianidad de California, el estado con mayor población inmigrante de EE.UU., según el Instituto de Política Pública de California. Esta realidad pudiera explicar los resultados de las últimas elecciones presidenciales: la candidata demócrata, Hillary Clinton, ganó en California con el 61,5% de los votos, frente al 31,5% obtenido por Trump. Y en Los Ángeles, Clinton se hizo con el 71,8% de la votación.
En las calles de esa ciudad, por ejemplo, la vida fluye sin aparente contrariedad. El transporte público, los cines, los museos, los mercados, los restaurantes, los parques, los centros comerciales siguen su ritmo habitual. A la espera, quizá, de que no pase nada, de que Trump ladre más de lo que muerda. Y de que pronto California sea considerado legalmente un estado santuario, lo cual impediría a los agentes policiales y a cualquier institución o servicio público colaborar con los agentes de inmigración para la deportación de habitantes de ese estado.
No obstante, que el miedo no se manifieste ruidosamente no quiere decir que no esté palpitando en el corazón de comunidades como la latina, contra la que Trump ha sido vehemente, especialmente la mexicana. Eso se notó en la marcha del 1 de mayo, para la cual organizaciones como Chirla o Ndlon, a más de sindicatos y asociaciones de todo tipo, estuvieron preparándose por meses para lograr una convocatoria masiva. Aunque fueron entre 30 000 y 40 000 los manifestantes, para Cabrera y Carmona la cifra aún es baja, considerando la cantidad de trabajo invertido para animar a la gente a salir a protestar y a reivindicar sus derechos. “Yo presiento -dice Cabrera- que este 1 de mayo sí hubo temor de parte de la comunidad inmigrante latina, porque no salió en masa. La marcha era un llamado a resistir”.
Este tipo de reacciones no deberían interpretarse como que se quedarán de brazos cruzados; no las organizaciones, al menos. Ya Chirla trabaja a toda su capacidad para que las estrategias a diferentes escalas empiecen a funcionar: con las familias armando sus planes; con los barrios, sindicatos, escuelas, etcétera, recibiendo charlas de capacitación sobre sus derechos; y con sus miembros cabildeando en las instituciones políticas para lograr garantías legales. Igualmente Ndlon sigue adelante con sus asesorías a jornaleros y trabajadores migrantes, a los cuales auxilian, a través de su sistema de respuesta rápida, cuando un empleador se quiere pasar de listo y no pagarles el salario, por ejemplo. La situación es difícil porque episodios como este se están dando más en los últimos meses, según Carmona. Pero tanto él como Cabrera, como millones de migrantes en Estados Unidos, saben que la pelea es peleando. No hay otra opción.