La vestimenta indígena se adapta a los jóvenes

Vestimenta indígena

Vestimenta indígena

Rosario Til, es ejecutiva de la Cooperativa de Ahorro Chibuleo, utiliza prendas estilizadas. Fotos: Glenda Giacometti/EL COMERCIO

Blusas con escotes, mangas largas con bordados hechos a mano y confeccionadas con telas de encaje son las últimas tendencias en la moda de la vestimenta de las mujeres indígenas, en Tungurahua.

El ‘boom’ de los nuevos diseños se evidenció hace tres años, cuando Jenny Ainaguano, participó por primera ocasión como candidata a Reina de Ambato, en representación del pueblo Chibuleo. La joven en cada una de sus apariciones en público vestía prendas estilizadas. Estas adaptaciones realizadas a los trajes autóctonos impactaron en las jóvenes de los pueblos Salasaka, Chibuleo, Tomabela y Quisapincha, que también se adentraron a este proceso.

Jenny explica que ahora las chicas de las comunidades indígenas se visten con modelos más modernos y sin perder la esencia de la vestimenta que usaban los taitas y mamas. “Se dio la importancia que merece nuestro pueblo, estamos demostrando que nuestras raíces indígenas siguen vivas”.

La joven es propietaria de una boutique que comercializa ropa con estas características. Cuenta que con varios estudios se fue adoptando esta transformación. Se mantienen los bordados autóctonos, los colores, los pliegues, que identifican a cada uno de los pueblos de Tungurahua y de todo el país.

El uso de esta vestimenta comenzó con el apogeo y el aparecimiento de las entidades financieras indígenas. Una de las características principales es que los empleados y ejecutivos utilicen los atuendos de cada una de las comunidades a las que pertenecen. En estas entidades trabajan más de 600 personas de Licto, Saraguro, Salasaka, Chibuleo y otras.

Rosario Til, es ejecutiva de la Cooperativa de Ahorro Chibuleo y viste con sus atuendos típicos. Cuenta que antiguamente se usaban camisones blancos con cuello cerrado; en la actualidad este fue reemplazado por las blusas con escotes y mangas largas con puños anchos.

El anaco (falda) ya no es de tres yardas (casi tres metros), lo que le permitía dar cinco vueltas a la cintura. Ahora son como faldas con pliegues. Los chumbis (fajas) sí se mantienen en el traje de la mujer. “Tiene menos peso y da frescura, especialmente a quienes trabajamos en las oficinas. Antes los tejidos eran de lana de borrego y pesaban hasta 80 libras”.

En la boutique de Jenny Ainaguano hay adaptaciones a las prendas indígenas. Fotos: Glenda Giacometti/EL COMERCIO

El jefe de Marketing de la Cooperativa Chibuleo, Cristian Chalán, menciona que estas adaptaciones en la ropa son un incentivo para los jóvenes. Ahora, agrega, visten con orgullo los trajes de sus comunidades. Las huashkas (pulseras) y collares también se mantienen. “Estamos recuperando la lengua nativa el kichwa y ahora no hay discriminación, hay más respeto a nuestros pueblos”.

Los funcionarios que trabajan en las instituciones públicas también utilizan estas nuevas prendas. El investigador en temas indígenas y diseñador, José Arrollo, dice que para adaptar la vestimenta que se usaba antes se hizo un estudio de cada una de las culturas y pueblos. La idea es que los trajes se acomoden a las nuevas generaciones.

Antiguamente las telas eran toscas y pesadas, por la calidad de materiales que antes escaseaban. Hoy están hechas con telas más ligeras pero que mantienen los rasgos culturales.

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