Los indígenas y sindicalistas se manifestaron por separado

Los manifestantes indígenas que llegaron a Quito caminaron hasta la plaza de Santo Domingo y a otros puntos del centro desde El Ejido. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Los manifestantes indígenas que llegaron a Quito caminaron hasta la plaza de Santo Domingo y a otros puntos del centro desde El Ejido. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

Los manifestantes indígenas que llegaron a Quito caminaron hasta la plaza de Santo Domingo y a otros puntos del centro desde El Ejido. Foto: Diego Pallero / EL COMERCIO

El paro nacional para rechazar las medidas económicas convocó a dos grupos, que hasta la tarde de este miércoles 9 de octubre del 2019 se manifestaron en el centro de Quito.

Por un lado marcharon los pueblos indígenas y por el otro sindicalistas, movimientos sociales y jóvenes.

Estos últimos mantuvieron enfrentamientos constantes con la Policía. Ellos se concentraron en la avenida 10 de Agosto, a la altura del IESS.

Allí quemaron llantas y bloquearon la vía. “Que se elimine el Decreto 883 (...) ¡Abajo el paquetazo!”, decían a viva voz.

Eran las 08:30 y poco a poco comenzaron a caminar.

Decían que el objetivo era llegar al Palacio de Carondelet. En el trayecto se fueron sumando más personas.

Todo se desarrolló con normalidad hasta las 09:30. Pero al llegar a las calles Guayaquil y Olmedo, policías antimotines estaban atrincherados, detrás de una sólida barrera formada con vallas metálicas. Entonces la calma terminó. Los agentes arrojaron gas lacrimógeno.

Unos manifestantes retrocedieron. Otros alzaron las manos y gritaron: “quietos, no corran compañeros”.

La estrecha calle estaba llena de gas. La gente prendió fuego. Decían que el humo alivia el ardor de ojos y de garganta.

Enseguida vino la respuesta y comenzaron a atacar a los uniformados con piedras.

Alguien gritó que por otras calles se aproximaba un vehículo antimotines de la fuerza pública. El trucutú apareció entre los gendarmes y quienes protestaban abandonaron la calle Guayaquil y corrieron a la Plaza del Teatro.

En las calles Manabí y García Moreno hubo más enfrentamientos. “¡Abran paso! herido, herido”, gritaba un grupo que cargaba a una persona. Era un hombre afectado por el gas.

Fue socorrido por alumnos de Medicina de la U. Central. Como él, otras cinco personas fueron atendidas. Ninguna en estado de gravedad.

Cuando las bombas asfixiaban el ambiente, los médicos en formación trataban de aliviar y aplicaban agua con bicarbonato en el rostro. Lo propio hicieron otros voluntarios.

Los principales dirigentes sindicalistas, Mesías Tatamuez, José Villavicencio y Rosa Palacios, todos del FUT, aseguraron que las manifestaciones cesarían solo si el Gobierno daba marcha atrás en sus decisiones. Según ellos, las medidas económicas adoptadas perjudican a la población.

A media mañana, los indígenas llegaron a San Blas, pero no tomaron la ruta de los sindicalistas y movimientos sociales, sino que avanzaron por la avenida Pichincha. Cerca de la 13:00 llegaron a la Plaza del Convento de Santa Clara.

Jaime Vargas, presidente de la Conaie, ratificó que la condición para dialogar con el Gobierno Nacional es que revea su decisión de eliminar el subsidio a la gasolina. Por su parte, Leonidas Iza, dirigente del Movimiento de Cotopaxi, señaló que también deben salir del cargo los ministros María Paula Romo y Oswaldo Jarrín.

Esta marcha trató de ingresar hasta la Plaza de la Independencia, pero fue impedida por el cerco policial.

Durante toda la caminata no se registraron enfrentamientos. Aproximadamente a las 13:45 tomaron la calle Cuenca, para agruparse a la altura de las calles Benalcázar y Galápagos.

Para entonces, los indígenas escuchaban al vicepresidente de la República, Otto Sonnenholzner, quien aseguraba que hubo acercamientos con ellos, con mediación de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Iglesia Católica.

Luego de la marcha, los pueblos indígenas recibieron la orden de volver al parque El Arbolito, de donde partieron.

Las bases reclamaron y querían avanzar a Carondelet.

La mayoría se regresó al parque y otros se quedaron en Santo Domingo para acompañar a otros manifestantes.

Desde ahí se vio cómo la Policía antimotines colocó mallas metálicas a la altura de la calle Sucre y se enfrentó con otros manifestantes que buscaban ir por la Guayaquil y otros que querían subir por la Bolívar, desde el colegio Sagrados Corazones.

Los manifestantes usaron piedras patrimoniales de la Plaza. Un grupo sacó placas de zinc de una casa que está en reconstrucción. La gente reclamó estas acciones cuando tres personas que subieron por andamios sacaron una puerta de madera y la botaron al piso, para que fuera usada en las improvisadas barricadas.

Hubo momentos de tensión cuando los vecinos les reclamaron. Parte de la manifestación les lanzó piedras.

A las 16:00 llegó un camión desde el cual se repartió arroz relleno. La gente hizo cola.

Desde el camión indicaron que no hubo acuerdo con el Gobierno y que las manifestaciones debían continuar. Minutos después una camioneta con panes y colas se colocó en la calle Rocafuerte para atender a los manifestantes.

En otras partes, los estudiantes de Medicina aún ayudaban a quienes eran afectados por las bombas lacrimógenas.

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