Indígenas, afros y mestizos dinamizaron el Trueque en Ibarra

En la capital de Imbabura, el trueque es considerado como una fiesta de reciprocidad. Fotos: Francisco Espinoza para EL COMERCIO

El aroma a plátanos, limas, guayabas y caña de azúcar se esparció por la plazoleta Leonidas Proaño, situada en la ciudad de Ibarra, provincia de Imbabura, durante la mañana de este 19 de marzo del 2016.
El céntrico lugar es sede, por cuarto año consecutivo, del Trueque de Semana Santa que congrega a indígenas kichwas y awá, afrodescendientes y mestizos de esta localidad.
Esta práctica milenaria, en la que se resalta la sabiduría y solidaridad de cada pueblo, empezó con una ceremonia indígena. En el ritual se agradeció a los primeros frutos que empiezan a florecer en los campos. “También celebramos el inicio de un nuevo año andino”, explicó Jaime Guamán, yachay (sabio, en español).
Con una diversidad de productos, algunos de vistosos colores, daban la bienvenida a los visitantes. “Aquí hay de todo como en botica”, bromeaba Marcía Ramírez, vecina de la comunidad de San Pedro, parroquia La Carolina, ubicada a un lado de la vía Ibarra-San Lorenzo.
Esta afrodescendiente es uno de los aproximadamente 200 campesinos que buscaban intercambiar los alimentos. Especialmente los productos que se cultivan en la zona fría con los del trópico.
Por ejemplo, Ramírez vino con yucas, plátanos y cañas de azúcar, que sembró en los últimos cinco meses en su huerta. La mujer, de 19 años, buscaba intercambiar su producción con granos tiernos como fréjol, choclo, arveja, que necesita para elaborar la fanesca.

Este es uno de los motivos para reeditar el trueque en la ciudad de Ibarra, explica Emilio Guamán, presidente kichwa Karanki. En esta urbe se realizan dos al año: el primero previo a la Semana Mayor y, el otro antes de la celebración del Día de los Difuntos.
Nicolás Fernández, de la comuna andina de Peñaherrera, en la parroquia Ambuquí, llegó con habas, arverja y maíz. Al campesino le interesaba obtener frutas como coco, plátanos, naranjilla.
Para Rolando Cangás, del Movimiento de Economía Solidaria de Ecuador (Messe), el objetivo también es generar una alternativa de economía en las familias. Explica que en el trueque no solo se podía tranzar con alimentos, sino también con servicios como el transporte.
Cada año hay un mayor interés por participar en el trueque, especialmente de los vecinos de la urbe. Carmen Puga, propietaria de un taller textil, llevó diferentes modelos de camisetas para intercambiarlos con alimentos. Comentó que a cambio de una camiseta recibía una porción de plátanos. Le sorprendió la dinámica e esta actividad protagonizada por los labriegos.
A la par, un acto similar también se realizó en el vecino cantón Pimampiro.