Los incendios forestales en Sumatra han afectado la calidad del aire, que se ha tornado “nocivo” para las personas. Foto: EFE
La nube de humo provocada por los devastadores incendios que arrasan Indonesia desde hace semanas ha teñido de rojo el cielo de la isla de Sumatra y ha empeorado la calidad del aire del archipiélago hasta la categoría de “nocivo“.
Imágenes emitidas en televisión y difundidas en las redes sociales desde el fin de semana muestran la ciudad de Jambi bajo un homogéneo tono rojizo, que la Agencia de Climatología, Meteorología y Geofísica de Indonesia (BMKG) ha atribuido el lunes 23 de septiembre del 2019 al fenómeno de la “dispersión de Rayleigh“.
En el caso de Jambi, las tonalidades rojas están provocadas porque la nube de humo que emana de los incendios se halla en una altitud elevada de la atmósfera y filtra los tonos azules de la luz del sol al tiempo que permite el paso de los tonos rojizos, ya que éstos tienen una longitud de onda mayor que las partículas del humo.
Según un comunicado del director de la BMKG, Siswanto, las imágenes de satélite muestran una capa de humo “muy densa” sobre Jambi, especialmente en los terrenos de turbera, un suelo rico en carbono que emite grandes cantidades de gases contaminantes al quemarse y en el que se produce cerca de una tercera parte de los fuegos.
La calidad del aire ha sido clasificada este lunes como “nociva” en varias poblaciones de las islas de Sumatra y Borneo, las más afectadas por los incendios, lo que ha obligado a sus habitantes a permanecer en lugares cerrados, según el índice que publica la plataforma Air Visual.
La Agencia Nacional de Gestión de Desastres indonesia (BNPB) indicó que el fuego arrasó más de 328 700 hectáreas en el país hasta septiembre, mes en el que se intensificaron los incendios y el humo, que ha alcanzado a Malasia y Singapur, obligó a cerrar miles de escuelas y cancelar cientos de vuelos.
Más de 29 000 bomberos, voluntarios y funcionarios de otras agencias participan en las tareas de extinción de los incendios, en su gran mayoría provocados para abrir paso a plantaciones como el aceite de palma durante la temporada seca, que da comienzo en septiembre y este año es la menos húmeda desde 2015.
Aquel año, el fuego arrasó una extensión de 2,6 millones de hectáreas, lo que suscitó una serie de medidas gubernamentales para proteger y restaurar los bosques protegidos y las turberas.