Las imágenes religiosas tienen su propio pasado

Redacción QuitoAl pie  de un imponente altar, la imagen de Jesús del Gran Poder impresiona a las decenas de fieles que cada día llegan a la iglesia de San Francisco. La escena muestra a un Jesús lacerado que es conducido a su crucifixión en el Gólgota. El padre franciscano Fernando Pozo explicó que esta imagen religiosa es parte del culto público desde 1961. El único día que la escultura deja el altar mayor del templo franciscano es para que cientos de fieles católicos expresen su devoción durante la procesión del Viernes Santo.Pero también hay otras imágenes religiosas que nunca han dejado los conventos. Ese es el caso del Cristo en Agonía que se guarda en el  monasterio de clausura de El Belén Alto, en el centro. Para la religiosa Soledad de Cristo, la representación del máximo sacrificio de Jesús en la cruz le inspira un profundo sentimiento de amor y misericordia. En la iglesia de San Roque varios devotos oraban de rodillas frente al Cristo de la Misericordia, la mañana de ayer. Muchas de las imágenes religiosas que se guardan en los templos católicos del Centro Histórico pertenecen a la Escuela   Quiteña de arte creada en los inicios de la época Colonial. Alfonso Espinosa, del Museo de la Ciudad, explicó que una vez creadas las escuelas de artes y oficios  en la Colonia,  se inicia un proceso de apropiación de  las técnicas y conocimientos por parte de los artesanos locales.Ellos empezaron a experimentar y a adaptar su trabajo en función de los materiales y herramientas disponibles en ese tiempo.  El historiador Patricio Guerra acotó que los españoles también aportaron  con conocimientos y técnicas del arte renacentista europeo. No obstante, aclaró que el arte religioso siempre estuvo vinculado al proceso de evangelización de las nuevas colonias. Los artesanos quiteños, en su mayoría indígenas y luego mestizos, tenían una visión diferente de las formas, los colores y los materiales. Así empezaron a lograrse obras con un carácter muy local. Desde entonces, afirmó Espinosa, la estética es el resultado de una fe que incluía la oración, la confesión y el ayuno de muchos artistas. Esas imágenes reafirman la fe de cientos de los fieles.Punto de vista María  F. Noboa/ SemiólogaSeguir la imagen es una tradiciónLas representaciones religiosas tienen mucho que ver con el imaginario que construyeron los españoles en la Conquista. Implican una representación del poder de la Iglesia sobre los poderes  civiles. Hay varios aspectos psicológicos en los cuadros religiosos.La gente ve la imagen y siente que hay un mártir y  los devotos se ven reflejados. La figura religiosa juega mucho con la cultura del espectáculo; se ha convertido en una seducción mediática. La gente ya no hace referencia al santo sino a lo que la imagen es. Juega mucho la parte emocional del creyente.  Actualmente, estamos viviendo de signos y símbolos. La cultura del espectáculo es mostrar. Así se va construyendo la realidad.   Seguir las esculturas religiosas con fe en estos días es parte de las tradiciones, de la cultura y de mostrar una parte de lo que la gente cree. El católico se siente representado. Son referentes espirituales. Esta época sirve para espiritualizar la relación entre las personas. 

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