Lucía S. de Ríos
Nuestra Iglesia Católica ha sido herida, atacada, vilipendiada. Se ignora o se calla la reacción del Papa ante los acontecimientos; él ha condenado los hechos y ha dicho que deben ser juzgados por quienes deben hacerlo. No debe ser la Iglesia solamente la que debe reflexionar ante estos hechos execrables, es la sociedad entera la que debe reaccionar ante un mundo donde el sexo y la violencia son exaltados como valores. La televisión, la prensa nos inundan con noticias de este género. Es casi un héroe un cantante que pregona su homosexualidad y el haber procreado unos hijos que no tendrán una madre. Hay muchos jóvenes anónimos que están trabajando por una sociedad mejor pero no hacen noticia.
Hay miles de sacerdotes que viven su vocación entregados al bien de los demás, asociaciones de laicos que están realizando calladamente lo que el Estado jamás ha hecho. Queridos hermanos, apoyemos a nuestra querida Iglesia y sintámonos seguros con quien la dirige.