El trayecto del tren hacia Huigra solo es de ida, ya que el retorno se hace en vehículo. Foto: Fernando Flores para EL COMERCIO
Los paisajes subtropicales de Huigra, una parroquia situada al este de Chimborazo, son su principal atractivo turístico y el enganche para los viajeros del tren. Cascadas y senderos naturales, además de hosterías y gastronomía que fusiona sabores de la Sierra y de la Costa, son parte de la oferta.
Una nueva ruta de Ferrocarriles del Ecuador activó cinco emprendimientos y puso nuevamente en el mapa ferroviario a la pequeña parroquia. Huigra está ubicada en los límites geográficos entre Chimborazo y Guayas, y está justo en un punto de conexión entre la Sierra y la Costa.
Hasta 1990, la economía de la parroquia dependía únicamente del tren. Las familias subsistían de la venta de comida, del alquiler de hoteles para los viajeros, y de la reventa de productos de la Sierra.
Pero cuando el tren dejó de operar en 1998, Huigra empezó a convertirse en un pueblo fantasma. Muchos habitantes migraron a España y a Estados Unidos, y en la parroquia solamente se quedaron los niños y adultos mayores.
Hoy, la economía depende únicamente de las remesas que los migrantes envían a sus familiares y, en menor cantidad, de la siembra de productos agrícolas, como el pepino.
Pero la meta es activar el turismo y convertirlo en un nuevo motor económico que traiga de vuelta a los migrantes.
“Cuando el tren empezó a llegar a Huigra nuevamente crecieron las expectativas. Esta es una oportunidad para devolverle la vida a nuestra parroquia”, cuenta Patricia Villareal, presidenta de la Asociación de artesanos, integrada por cuatro personas.
La ruta Alausí-Huigra empezó a operar en febrero de este año y aún está en etapa de potenciación. El viaje se hace en la modalidad ‘One Way’; es decir, no incluye el retorno.
Los principales clientes son las operadoras de turismo de Quito, Guayaquil y Cuenca. Ellos incluyen en los itinerarios de sus turistas el viaje desde Alausí hasta Huigra en tren, y desde ahí les movilizan en vehículo hasta Cuenca o Guayaquil.
El atractivo de la ruta es el paso por la Nariz del Diablo, donde el tren desciende en zigzag por una empinada montaña.
Ahí los turistas tienen la oportunidad de conocer más sobre las cuatro comunidades indígenas de la zona. Además, visitan un museo y pueden adquirir artesanías, hechas con fibras de cabuya o lana de borrego, que son tradicionales en los pueblos de Alausí.
La meta para los emprendedores de Huigra es enganchar con su oferta a los visitantes, para que antes de iniciar el viaje a su destino decidan quedarse en la parroquia.
Un tour a las cascadas es el producto estrella. Cuesta entre USD 15 y 20, e incluye movilización y la compañía de un guía capacitado.
En los senderos, los visitantes tienen la opción de observar las especies endémicas de mariposas y mamíferos, además de la colorida vegetación subtropical.
Los guías de esta ruta acompañan a los turistas a las cascadas de esta parroquia. Foto: Fernando Flores para EL COMERCIO
“En el pasado, Huigra fue la capital ferroviaria del país. Aquí se instaló la oficina matriz del tren y desde aquí los ingenieros ingleses planearon cómo conectar ambas regiones, a pesar de las dificultades topográficas”, cuenta Darío Tamayo, propietario de la Cafetería del Tren.
Para él, el pasado histórico de Huigra es otro atractivo que puede ser explotado, por lo que las decoraciones y el estilo de su negocio están inspirados en la época de oro del tren.
Tamayo se asoció con otros 10 jóvenes de Huigra para abrir la cafetería y generar fuentes de sustento para sus familias. Cada uno aportó con dinero de sus ahorros para capitalizar el negocio.
Reunieron USD 600 que invirtieron en mobiliario e ingredientes para las preparaciones del menú. Además, se capacitaron para dar atención de calidad a los turistas.
Ellos también trabajan como guías en los recorridos por las cascadas y ofrecen también un city tour, que incluye un paseo por el parque central de Huigra, el cementerio donde están personajes célebres, como los dos ingleses que construyeron el tren; y la Gruta de la Virgen. Esta fue construida en una especie de ensayo de ingeniería que precedió a la construcción de la ruta en la Nariz del Diablo.
Los jóvenes visten uniformes de breckeros, practican danza e incluso ofrecen funciones de teatro, que buscan recrear los años 40 en la antigua estación del tren. “Nos vestimos como maquinistas, preparamos el antiguo arroz con huevo en hoja de col, y ofrecemos al turista la oportunidad de ver cómo fue Huigra en sus mejores años”, afirma Tamayo.
Dos hosterías también se activaron para ofrecer sus servicios a los viajeros del tren. Están ubicadas a 20 y 25 minutos de la cabecera parroquial.
Ellas cuentan con piscinas y con restaurantes que ofrecen platillos variados. Un criadero de tilapias que impulsará la pesca deportiva también se prepara para abrir sus puertas.