El general Hugo Carvajal, a quien un sector de la prensa de la región compara con el peruano Vladimiro Montesinos, ha terminado por convertirse en un rompedero de cabeza para el gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro.
A pesar de que fue liberado por las autoridades de Aruba, que terminaron por aceptar la inmunidad diplomática del exmilitar, el caso del ex Jefe de la Inteligencia de Venezuela deja cabos sueltos. Además, coloca al Régimen de la República Bolivariana bajo los reflectores.
¿Por qué? Por una serie de motivos. Uno de ellos lo explicó ayer el fiscal general de Aruba, Peter Blanken, quien denunció las supuestas presiones militares y económicas de Caracas sobre la isla caribeña, un Estado autónomo de los Países Bajos. El funcionario, quien ha sido citado por el diario estadounidense The Wall Street Journal, en concreto, puntualizó que “barcos venezolanos rodearon ambas islas holandesas (Aruba y Curazao). La acusación ha merecido el rechazo del oficialismo venezolano. El Fiscal también ha dicho que Caracas amenazó con la congelación de los lazos comerciales y enlaces aéreos con las dos islas.
Más categórica en sus señalamientos hacia la administración del heredero del fallecido mandatario Hugo Chávez ha sido Roberta Jacobson. La subsecretaria de Estado de EE.UU. para el Hemisferio Occidental, a través de su cuenta en la red social Twitter, ha lanzado una acusación fuerte. Ha dicho: “El Gobierno de Venezuela usó toda su influencia para ayudar a un capo acusado de narcotráfico”.
¿Quién es Carvajal? La revista colombiana Semana dibuja una radiografía del exoficial. Este, según la publicación, era uno de los pocos hombres que le hablaba en el oído al Comandante bolivariano. Asimismo, el medio asegura que el general “ha facilitado protección y documentos de identificación a narcotraficantes y guerrilleros colombianos”. Lo único cierto es que el exmilitar pone en aprietos al chavismo.