La hostelería en Ecuador sigue en crisis, pero busca alternativas

Diego Rueda trabaja en La Carnicería. Ha visto las ventas caer desde marzo del 2020.

Diego Rueda trabaja en La Carnicería. Ha visto las ventas caer desde marzo del 2020.

La cafetería del Hotel Mercure luce vacía. La tasa de ocupación continúa decreciendo. Foto: Julio Estrella / EL COMERCIO

Todo iba bien en el trabajo de Ricardo Paredes hasta que llegó la pandemia. Pasó de ser botones a trabajar como chofer en un hotel cinco estrellas de Quito. Su labor era llevar al personal a sus casas durante las restricciones de movilidad.

En el 2020 vio cómo las habitaciones quedaron vacías de huéspedes. La mayoría de sus compañeros perdió el empleo, excepto los de cocina.

Cuando llegó la “nueva normalidad” creyó que la situación mejoraría. Le pasaron al restaurante para que trabajara como mesero. Hoy, más de un año después, las escenas se repiten: salones vacíos, piscina y spa cerrados, habitaciones desocupadas y un toque de queda que le obliga a llegar a su casa antes de las 20:00. Ricardo mira la falta de huéspedes y teme que el hotel no resista.

“Como le dije un día al gerente: ‘Por favor no cierren, porque esta es la fuente de alimento para mis hijos y mi familia”.

Su esposa trabajaba en otro hotel y ahora está desempleada. Tienen dos niños.

El último paquete de restricciones aprobado por el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) y el presidente Lenín Moreno se sumó a la serie de limitaciones que ha vivido el sector en la pandemia.

Las medidas, según Norman Bock, presidente ejecutivo de la Asociación de Hoteles Quito Metropolitano, pone en “serio riesgo de quiebra” a los hoteles y a los restaurantes.

En el primer trimestre de este año la ocupación fue del 20,9%. Es decir, ni la mitad frente a igual período del 2020. El ingreso por alojamiento también cayó en marzo en un 66,8%.

La baja significa que los hoteles de cuatro y cinco estrellas de la capital recibieron USD 1,4 millones, USD 699 070 menos que en marzo del 2020.
“Es increíble que, con estos datos, el Gobierno no haya entendido la gravedad de la situación y al menos intente tomar una medida que apoye a la industria”, dice Bock.

Nicolás Jaramillo es dueño de La Carnicería, un restaurante especializado en parrilladas. El año pasado cerró por completo dos meses. Cuando volvió a atender, sus deudas se habían multiplicado por cinco. Adaptó su negocio para atender a domicilio, pero sus ventas no se han recuperado y “hay meses en los que estoy con números rojos”. Mantiene a sus seis trabajadores, pero dice que si se prolongan las restricciones de movilidad en este año es posible que no resista.

Diego Rueda trabaja en La Carnicería. Ha visto las ventas caer desde marzo del 2020. Foto: Galo Paguay / EL COMERCIO

Diego Rueda es uno de sus trabajadores. Pese a tener un contrato y un sueldo fijo, para él no hay estabilidad. Cuenta que han tenido días en donde atienden menos de 10 pedidos. Sus ingresos fueron recortados. “Era un proporcional porque no trabajaba todos los días y de todo lo que se facturaba lo dividíamos para todos”. Hoy volvió a tener su salario completo, pero no sabe qué pasará.

Según el Ministerio de Turismo, los ingresos del sector turístico de marzo a diciembre de 2020 se redujeron en un 59%, USD 2 822 millones menos en comparación con el mismo período del 2019.

Desde el área privada se busca una salida a la crisis. El viernes, organizaciones turísticas de seis países, incluido Ecuador, firmaron la iniciativa Latin Destination CVB Alliance.

El objetivo del proyecto es mejorar y compartir las bases de datos, lograr mayor volumen de contactos e información para captación de eventos y reuniones en Argentina, Costa Rica, Chile, Panamá, Paraguay y Ecuador. Con este proyecto se buscará, además, el apoyo de los gobiernos.

En el Ecuador, la baja del turismo significó la pérdida de 38 404 empleos, según las desafiliaciones en el IESS.

El golpe también afecta al resto de cadena como firmas de alimentos y bebidas, agencias de viajes y transporte.

En ese sector se encuentra Santiago Gordillo. Él hacía los recorridos de un hotel de Quito. Llegó la pandemia y se dedicó a transportar al personal en los primeros toques de queda, pues tenía salvoconducto. En esta semana ya no pudo circular porque el documento válido es el carné y no tiene.

Hoy su trabajo consiste en repartir los pedidos de comida del hotel. “Estoy sobreviviendo. A la semana saco USD 100, pero de ahí hay que quitar lo de gasolina y mantenimiento”.

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