El Baca Ortiz se adaptó para pacientes con y sin covid-19

Este centro sanitario pasó por una auditoría debido a denuncias por fallas en protocolos de bioseguridad.

Este centro sanitario pasó por una auditoría debido a denuncias por fallas en protocolos de bioseguridad.

Este centro sanitario pasó por una auditoría debido a denuncias por fallas en protocolos de bioseguridad. Foto: Vicente Costales / EL COMERCIO

Pese a la pandemia del covid-19, la santodomingueña Patricia Muñoz, de 41 años, se ha organizado para cumplir con todas las citas médicas de su hija Natalia. La niña de 2 años y 8 meses tiene leucemia, por lo que no puede interrumpir su tratamiento basado en quimioterapias. “En estos cinco meses de la emergencia sanitaria hemos venido cuatro veces para seguir con las curaciones”, dice la madre.

El traslado no ha sido fácil. Ellas viven en San Jacinto del Búa, una localidad rural de la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas, pero el tratamiento se realiza en el Hospital Pediátrico Baca Ortiz de Quito. Por ello, cada mes contrata un vehículo que le cobra USD 60 la carrera. “Fletamos un carro, ya que no había transporte público; además, queríamos evitar un contagio”.

En esta casa de salud se ha mantenido la atención a pacientes con patologías como cáncer, convulsiones e infecciones; también se han tratado casos positivos y sospechosos para la nueva cepa de coronavirus.

Hasta el 14 de agosto se ha atendido a 2 136 infantes y adolescentes, quienes han presentado dolor abdominal y pélvico, traumatismos, fracturas, diarreas, infecciones urinarias, epilepsia, apendicitis y otras. A estas se suman 697 atenciones relacionadas con covid-19; siendo julio el mes más alto, con 317, según información proporcionada por el Ministerio de Salud.

De esta última cifra, 76 tuvieron un diagnóstico positivo. De ellos, 32 estuvieron en hospitalización con un pronóstico estable; y nueve en el área crítica, es decir, tuvieron complicaciones en su salud.

El Ministerio también reportó cinco fallecidos: tres con enfermedades oncohematológicas, es decir, leucemia -como el mal que padece Natalia- o linfoma. Los dos restantes con lupus (patología autoinmune) y nefropatía (daño en el riñón).

Debido a la pandemia, en esta casa de salud se han dado varias adecuaciones en su infraestructura. Antes de marzo tenían 15 camas en la unidad de cuidados intensivos (UCI). Hoy, el número de espacios se amplió a 23: 15 para covid-19 y ocho para otros males.

En hospitalización, en cambio, bajó: pasó de 254 a 171. “Se ha distribuido de esa manera para dar cumplimiento a las disposiciones emitidas por las autoridades sanitarias, en cuanto al distanciamiento entre pacientes”, dijo Salud en un comunicado enviado a este Diario.

El trabajo del personal sanitario también se ha reestructurado. En total hay 306 galenos, de los cuales 70 son generales y realizan funciones hospitalarias y 16 se encargan de los pacientes con covid-19. Esta distribución se hizo para evitar el cierre de los servicios.

Patricia, por ejemplo, no ha tenido inconvenientes. Ella y su hija han acudido al hospital para los chequeos y las terapias. “Afortunadamente nos han atendido bien; no nos han cancelado las consultas”.

Adicionalmente, en este hospital pediátrico se han dado nuevas contrataciones entre marzo y agosto. Se ha vinculado a 81 trabajadores sanitarios, entre médicos, enfermeras, auxiliares, fisioterapistas, intensivistas y pediatras.

El pediatra David Paredes, de 32 años, está en este último grupo. El joven galeno comenzó sus labores en marzo -inicio de la pandemia por el covid-19-. Su jornada arranca a las 07:00 y termina al siguiente día; es decir, realiza turnos de 24 horas. En ese tiempo ha visto a pacientes con síntomas moderados y graves relacionados con coronavirus, por lo que necesitan una consulta inmediata. “El 50% requiere hospitalización; en ocasiones el porcentaje se eleva hasta el 80%”, anota.

Para él, una de las complicaciones con los chicos es que “la mayoría corresponde a bebés; que no hablan, solo lloran”, por lo que se buscan opciones para auscultarlos.

Las medidas de bioseguridad, además, se han incrementado en el establecimiento. En el inicio de la pandemia, por ejemplo, hubo algunas denuncias sobre la falta de protocolos implementados, como la detección oportuna de los casos sospechosos, cercos epidemiológicos en funcionarios de salud, etc.

Producto de esta situación, la Defensoría del Pueblo realizó una auditoría a esta casa de salud, en donde se registraron nueve infectados entre el personal sanitario.

Los pacientes también deben acatar las medidas de bioseguridad. Patricia y su hija Natalia, por ejemplo, acuden protegidas con mascarillas y visores. Además, llevan ropa para cambiarse luego de cada chequeo.

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