Redacción Quito
quito@elcomercio.com
El Trolebús transporta 250 000 pasajeros a diario. En las horas de mayor afluencia, en las estaciones de La Y y de El Recreo, se forman largas filas de personas para abordar las unidades.
Fuad Tutillo, gerente general de la empresa Trolebús, niega que este sistema esté saturado. Dice que los problemas se dan por la falta de control en la vía exclusiva y eso causa atrasos en los tiempos de transportación.
En la Ecovía, aunque no existe la afluencia de pasajeros (un promedio de 105 000 usuarios), también hay horarios en que las unidades circulan llenas.
Las horas de mayor afluencia de pasajeros en el Trole y Ecovía son de 06:30 a 09:00 en sentido sur-norte y de 17:00 a 19:30 de norte a sur.
En cambio, los horarios pico del Metrobús son de 06:00 a 08:30, de 13:00 a 14:00 y de 17:00 a 21:00. En este sistema viajan 150 800 pasajeros (durante todo el día todo el sistema troncalizado transporta 232 000 personas). En los horarios de menor afluencia, las paradas lucen casi vacías.
Este Diario realizó viajes por las tres redes de buses en distintos horarios. Apretujones, desorganización en las paradas, enojos… son la constante entre los usuarios de los buses de las vías exclusivas.
El asiento preferencial no se respeta
Redacción Quito
El viaje desde la estación de La Marín hasta la Río Coca, en la Ecovía, toma aproximadamente 40 minutos.
La transportación de pasajeros varía de unidad en unidad. En ocasiones se esperan algunos minutos para conseguir una unidad que no esté tan llena. El viernes pasado, a las 09:00, las unidades llegaban a la estación de la 6 de Diciembre y Patria con todos los asientos copados.
Así, cuando alguien se bajaba, en el resto del recorrido hacia el norte, las personas se peleaban por sentarse. La mayoría no respetaba los puestos especiales para mujeres embarazadas, con niños en brazos o de la tercera edad. Incluso, era difícil que alguien cediera el asiento cuando alguna una madre se subió con un bebé en brazos.
En la parada del Colegio Benalcázar se subieron personas a vender caramelos, lo mismo ocurre en la estación de La Granados. Las personas no videntes también utilizan este medio de transporte para vender chicles, aun cuando las unidades están llenas….
Las unidades no están totalmente descuidadas, pero no hay un lugar donde se pueda botar los desechos. Sobre todo si es en la mitad o al final, porque solo existe un tacho de basura detrás del asiento del chofer.
Al llegar a la estación de la Río Coca, las personas se apresuraban para salir y se atropellaron entre sí. Una vez fuera, corrieron a hacer filas en los alimentadores y a la estación de los buses que los transportan hasta Cumbayá, Tumbaco, Pifo, Yaruquí…
Ahí, en la Río Coca, se ven otros articulados sin operar.
Los empujones son frecuentes en el Trole
Redacción Quito
Largas filas para cancelar el pasaje se veían, el pasado miércoles, entre las 11:30 y 12:00, fuera de las paradas del Trolebús. Una vez dentro de ellas, los pasajeros hacían otra fila para tratar de ingresar en una de las unidades.
En cada parada hay un reloj que muestra cuánto se demorará en llegar el próximo trole. En la parada de la av. Colón, en sentido norte-sur, se formaba una fila de 10 personas en cada una de las tres puertas.
Algunas de ellas preferían amontonarse en el ingreso para subir sin esperar mucho tiempo. Cuando las unidades se detenían, las 10 personas intentaban ingresar antes de que el conductor cerrara las puertas.
A pesar de que el chofer señaló que la unidad estaba llena, hubo quienes accedían a empujones.
Las puertas difícilmente se cerraban y los usuarios estaban tan pegados que el conductor señalaba por el altoparlante que tuvieran “cuidado con sus pertenencias”. Para los pasajeros que se quedaron en la siguiente parada también fue una travesía salir.
Muchos colocaron sus bolsos sobre las cabezas de los otros usuarios para avanzar hacia la salida. Pero al abrirse las puertas tenían que sortear a las personas que intentan ingresar.
En la parada de El Ejido y del Banco Central se suben personas no videntes a cantar a cambio de unas monedas. Aunque la unidad estaba llena, ellos se daban modos para pasar. Las paradas en donde la mayor parte de pasajeros se bajó fue en San Francisco y Santo Domingo. A El Recreo llegan casi vacías y ahí se ve el deterioro de los troles.
Las prisas marcan el ritmo del Metrobús
Redacción Quito
En los pocos segundos que las puertas de los articulados del Metrobús permanecieron abiertas, la gente que subía y bajaba no podía evitar atropellarse entre sí. “Cuidado con las puertas”, anunció el conductor antes de partir de salir de la parada Marqués de Varela, el pasado viernes a las 08:00.
En la avenida América, frente a la Universidad Central, aún había piedras sobre la calzada, luego de las protestas entre estudiantes y policías del jueves.
En la estación del Seminario Mayor, había más gente y la aglomeración de personas se repetía. Desde ahí el vehículo aceleró por la América y en 10 minutos llegó a La ‘Y’.
El articulado se detuvo pocas veces en su trayecto, pero cuando inició la marcha, una densa y negra nube de humo salió por el escape en el lado izquierdo.
En 15 minutos más, la unidad llegó a la parada de la Vaca de Castro. En el recorrido se pudo ver que la mayoría de las estaciones estaban llenas de grafitis por dentro y por fuera.
Los que van de pie viajan sujetándose fuertemente para no perder el equilibrio cuando el conductor frenaba bruscamente en las paradas o cuando tomaba una curva a gran velocidad.
Hasta la parada de Cotocollao el número de pasajeros disminuyó considerablemente y en el piso del articulado se veía toda clase de desperdicios. En las paradas no existen recipientes para la basura. En algunas hay unos pequeños cartones. El viaje duró 20 minutos hasta la estación de La Ofelia. Aquí se inició otra carrera entre los usuarios que necesitaban tomar un integrado.